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EL ENEMIGO INVISIBLE

MANUEL ALCÁNTARA

Martes, 29 de agosto 2017, 23:28

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Hay panteras en Guadalajara y universitarios vendimiadores. El mundo cambia para quedarse en el mismo sitio y todos somos sospechosos, incluso a los que acusan de no infundir la menor sospecha. La policía belga comunicó sus fundados recelos sobre el imán de Ripoll y la contestación española fue que no tenía antecedentes. Ya sabemos que todo pecador tiene un pasado y todo el que sigue pecando, un porvenir, pero parece que les hemos dado muchas facilidades. Los detenidos dicen al juez que Es Satty iba a inmolarse en un gran atentado. Lástima que no lo hiciera antes de atentar y cubrir de luto y llanto a Barcelona y a toda España. Se puede ser traidor avisando y no es estrictamente necesario hacerlo antes. Los atacantes de Cambrils habían comprado los cuchillos en el pueblo esa misma noche porque lo tenían todo previsto, incluso visto para sentencia. ¿Cómo se puede luchar contra el fanatismo? Los que quieren ver a Alá antes de tiempo son muy impacientes y no se resignan a esperarlo para decirle, una vez más, que es el Más grande. Ocurre con todas las religiones, ya que son la verdadera, por muchas mentiras de ultratumba que propaguen. El ser humano es «un animal crédulo» como nos dijo el gran Saramago, que era un descreído confesional.

El número de fanáticos supera con mucho al de creyentes aunque la decepción final esté mejor repartida. A quienes somos irreparablemente católicos hereditarios, siempre nos ha extrañado que haya esa aglomeración a la diestra de Dios Padre. Un auténtico barullo, superior incluso al de la policía belga, que nunca se fió del imán de Ripoll. ¿Cómo se puede convencer a los que quieren morir matando de que mueran primero y después maten? Alguna razón teníamos que tener los llamados incrédulos, que por desgracia no somos tantos, ni compramos cuchillos.

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