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Lunes, 14 de enero 2019, 23:49
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El viernes se volverá a reunir la Mesa del Parlamento andaluz después de que su presidenta, Marta Bosquet, haya hecho la preceptiva ronda de consultas el miércoles y el jueves para designar a un candidato a la investidura. Para entonces debería estar cerrada la negociación entre PP y Ciudadanos sobre la formación del nuevo Gobierno. De hecho, ayer ya se filtraba un reparto de las diez consejerías acordado entre los populares y Cs. La formación de Albert Rivera ha redoblado la presión sobre el PP para que no se pliegue a ninguna de las exigencias de Vox, partido con el que los populares andaluces se reúnen hoy. El líder de Vox, Santiago Abascal, había manifestado que no cedería sus doce valiosos escaños sin contrapartidas, y había exigido que se tuvieran en cuenta sus propuestas, como el retirar el incremento de fondos contra la violencia machista, no en vano en su programa electoral figura la derogación de la ley de violencia de género. La respuesta del PP, en boca del propio presidente Casado, ha sido contemporizadora, puesto que se ha mostrado de acuerdo en volver a hablar a partir de ahora de «violencia doméstica», que excluye la ideología de género, que es la que ya recogen nuestras leyes con la debida contundencia y la que está ofreciendo resultados. Ciudadanos, por su parte, ha reafirmado que ha pactado un programa andaluz de 90 medidas con el PP, y que cualquier cambio supondría la ruptura del acuerdo. Habrá que ver si la simple semántica satisface a Vox en el encuentro decisivo que hoy mantienen García Egea y Ortega Smith, los números dos de PP y de Vox, pero no sería extraño que el partido emergente quisiera aprovechar la oportunidad para el lanzamiento de algunas ideas-fuerza inaceptables para los partidos democráticos. Es perfectamente lícito que Ciudadanos, que gobernó con la socialista Susana Díaz la pasada legislatura, haya cambiado ahora de opinión y pacte el Gobierno con el PP, pero en modo alguno sería de recibo que el tan manido 'cambio' en Andalucía llegara de la mano de la extrema derecha, que mantiene posiciones no sólo misóginas sino también racistas y homófobas. Rivera ha llegado a afirmar que antes de que el Gobierno andaluz vuelva al PSOE con Díaz provocaría una repetición de las elecciones. El PP tendrá que resolver esta encrucijada, pero si cede a las exigencias de Vox se inclinará por la extrema derecha y abandonará su configuración de derecha moderada. Para Ciudadanos es aún más decisivo que no se le relacione con Vox si quiere seguir presentándose como un partido de centro.
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