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Tengamos el idioma en paz

Martes, 21 de octubre 2025, 23:05

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Mirando bien a nuestro alrededor, la triste realidad es que en España cada vez tenemos menos razones por sentirnos satisfechos. La imagen política que ofrecemos ... en el extranjero y sufrimos en el interior es catastrófica. El Gobierno se tambalea hipotecado con conflictos familiares e incertidumbre parlamentaria. La corrupción es la realidad emergente con más fuerza. La economía alardeada desde el poder oculta los índices crecientes de la pobreza. En resumen, la política es como una feria de trastos viejos y hasta la Justicia, que sigue siendo lo más serio, sigue lastrada con el caso insólito de un fiscal del Estado procesado como un delincuente más. Entre lo poco que queda a salvo es el idioma, la lengua heredada de cuatro siglos, expandida por el resto del mundo con gran pujanza y preservada en su esencia y actualización de acuerdo con la evolución de los tiempos. Históricamente resulta paradójico que haya sido un noble casi olvidado quien acertó creando la institución más prestigiosa y eficaz encargada –y enseguida habría que añadir que con éxito–, de preservar la lengua, expandirla por el resto del mundo y convertirla en una de las más pujantes.

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