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El deterioro

F.L. CHIVITE

Sábado, 12 de agosto 2017, 23:52

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Me ha llegado al alma la petición de Ignacio González, el expresidente de la Comunidad de Madrid y exdelfín de Esperanza Aguirre encarcelado en Soto del Real: ha solicitado que le dejen salir porque la cárcel le está causando «deterioro físico y psíquico». Dice que los tres meses que lleva encerrado allí están afectando negativamente a su «integridad moral». Bien. La verdad es que suena bastante razonable. La cárcel causa deterioro físico y psíquico, eso puede entenderlo cualquiera, supongo. A mí también me lo causaría, estoy seguro. De todas formas, para salir de dudas, podría hacerse una encuesta entre la población reclusa: más que nada para aclarar qué opinan el resto de los internos. Para ver si es normal eso del deterioro o si es algo que solo le pasa a él y los demás están allí tan a gusto.

Por otro lado, también se entiende fácilmente que la prisión preventiva tiene que resultar muy desesperante. Hay mucha gente que acumula meses y años en prisión preventiva. Algunos hasta reciben finalmente una pena inferior a la que ya han cumplido por adelantado. Yo le diría: recuerda el sabio lema rajoyniano de «sé fuerte». Pero seguro que Ignacio González ya lo es. Además no está solo: está rodeado de familiares, viejos amigos y alegres colegas y correligionarios.

Con todo, no me pregunten por qué, pero yo tengo el convencimiento íntimo de que Ignacio González presentía y sabía que algún día la justicia iba a ir por él y sería encarcelado. Y hasta me atrevería a decir que había fantaseado con la idea de que fuera precisamente en Soto de Real, el talego VIP. Y lo mismo pienso de Ángel María Villar. No solo lo sabían hace tiempo. Yo creo que lo estaban esperando con cierta impaciencia y hasta probablemente sorprendidos de que tardaran tanto en detenerles. Esas cosas no te cogen por sorpresa. Eso lo tienes que ver venir, digo yo. Y más unos individuos astutos y curtidos como ellos.

Esa gente es muy dura porque se ha estado batiendo el cobre durante muchos años en una jungla donde abundan las alimañas y los predadores con mandíbulas de todos los formatos. No son ingenuos: saben que su hora va a llegar: han visto mucho. En cualquier caso, intento ponerme en esa tesitura, en la situación del que está esperando que vengan a llevárselo de una vez y me imagino que no tiene que ser divertido, claro: ese aguantar la cara un día tras otro en actos públicos y ante los periodistas. Lo del «Sé fuerte» lo saben todos. Lo llevan incorporado de serie. Deterioro. En fin, respecto al deterioro físico y psíquico, yo a González le diría que a partir de cierta edad es bastante inevitable. Yo no estoy en prisión pero también lo noto. Un día es el cuello y otro el estómago. Y en lo que se refiere al humor me fastidia tener que aceptar que los tipos como él me lo amargan bastante a menudo.

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