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Declaración unilateral

Ante la imposibilidad del referéndum, el independentismo se enfrenta a la encrucijada de optar ya por la secesión

Martes, 3 de octubre 2017, 22:27

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La evidencia de que el 1 de octubre no tendrá lugar un referéndum ni vinculante ni significativo en Cataluña, sencillamente porque tal consulta vulneraría la legalidad constitucional, está llevando al independentismo a la encrucijada de si ha de declarar ya la gestación de una república catalana, o si ha de seguir explotando las posibilidades del victimismo soberanista, de la defensa unívoca -plebiscitaria- del derecho a decidir. Ayer, un portavoz veterano del PDeCAT, Carles Campuzano, llegó a considerar «absolutamente descartada» la posibilidad de una declaración unilateral de independencia. Más con el propósito de ofrecer a sus adeptos un escenario aparente de ruptura drástica con el Estado constitucional que con la intención de amenazar a este último de salirse definitivamente del mapa español. El problema es que nadie en el secesionismo sabe nada respecto al paso que la Cataluña independentista piensa dar a continuación. Una cuestión que está sujeta a tal cúmulo de expectativas y de temores que obligan a concluir que, a pesar de las apariencias, no tiene una visión unívoca sobre su mejor manera de romper con la España constitucional. Hasta la DUI -Declaración Unilateral de Independencia- asoma a veces como un amago para sentarse a negociar bilateralmente con los poderes centrales del Estado. El independentismo no es solo un desvarío respecto a una concepción integrada del país de los catalanes y del país de los españoles. Es que además carece de norte. Ni la Generalitat ni las fuerzas parlamentarias que sostienen su Gobierno descartan nada. Tampoco, y menos que nada, la DUI. Es cierto que una declaración unilateral de independencia por parte de la mayoría parlamentaria -que no ciudadana- de la comunidad española que mayor proyección global representa interpela directamente al Gobierno de Rajoy y al propio equilibrio constitucional. Es con lo que el presidente Puigdemont y los promotores de la farsa del 'referéndum sí o sí' juegan en vísperas del 1 de octubre. Su capacidad para transmitir la imagen de un Estado español al límite, de una España sujeta por alfileres de legalidad, de un país que se resquebraja en términos de legitimidad democrática. Es el lecho de paja sobre el que el independentismo gobernante trata de levantar un poder alternativo al existente. El poder de una Cataluña homogénea en su encendida visión frente a una España que se muestra demasiado difusa.

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