Borrar
La cita ineludible

La cita ineludible

Editorial ·

El 8 de marzo nos recuerda que acercarnos al ideal de igualdad depende de las mujeres, porque sería ingenuo confiar en que sean los hombres los que se hagan a un lado

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 8 de marzo 2019, 18:26

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El 8 de marzo es el día en el que las mujeres nos encontramos a nosotras mismas, más que en cualquier otro del año, e interpelamos a la otra mitad de la sociedad para hacer un futuro de igualdad. Hoy evocaremos el hito que supuso el 8 de marzo de 2018, cuando el mundo informado pudo ver cómo en nuestro país -también La Rioja, tan poco dada a 'echarse a la calle' con sus reivindicaciones- se alzaba una polifonía ávida de justicia y llena de esperanza inundando calles y plazas. Mujeres emocionadas de haberse unido a miles al encuentro de su propia dignidad. Hoy volveremos a hacerlo sin pararnos a pensar sobre si nos hemos reunido tantas o más que el año pasado; o sobre si nos acompañan tantos o más hombres que en aquella ocasión. Se reunirán tres y más generaciones de mujeres, y muchas recordarán a sus madres y a sus abuelas, cuya entereza moral y generosidad de luchadoras por la vida se homenajea cada 8 de marzo. Y estarán presentes las niñas, en la calle o en el pensamiento de las manifestantes; puesto que el éxito de los esfuerzos de hoy se medirá en su crecimiento como personas emancipadas. Pero el 8 de marzo nos obliga también a tener en cuenta a los millones de mujeres que en otras regiones del planeta tienen absolutamente prohibida la visibilidad que tanto nos cuesta lograr aquí, se ven reducidas a su dimensión sexual desde que nacen, corren el riesgo de ser esclavizadas para siempre, o ven cómo su vida carece de valor hasta para los hombres de la propia familia.

Hoy se nos acumulan las reivindicaciones, sencillamente porque estamos tratando de darle la vuelta a la historia de la Humanidad en unos cuantos años. Es por lo que se han desatado, de pronto, reacciones 'negacionistas' reclamando que las cosas sigan como están o peor; porque entienden que la desigualdad de género está en la naturaleza del ser humano, o les interesa abonar tal sinrazón. Basta con seguir la peripecia vital de una mujer en nuestro país para identificar un sinfín de situaciones de exclusión, desprecio y acoso físico. También porque en los últimos años demasiados hombres han sentido, desde muy jóvenes, que peligra el rol al que creían estar destinados. Aunque frente a ello son infinitamente más quienes asumen, en el desconcierto, la necesidad de reconducir su masculinidad. Pero sería ingenuo confiar el desarrollo efectivo de los derechos de las mujeres a la disposición que muestren los hombres de hacerse a un lado. Ni en el plano de las relaciones interpersonales o de pareja, ni en el de las organizaciones jerarquizadas o sujetas a redes de influencia, como las empresas y las administraciones públicas. Acercarnos al ideal de igualdad depende fundamentalmente de las mujeres.

UN DÍA DE LIBERTAD

Hoy habrá mujeres a las que les resulte más difícil que a otras acudir a las convocatorias de manifestación, o secundar la huelga o los paros. Pero no deben incomodarse, y mucho menos sentirse angustiadas por ello. Hoy ha de ser un día de libertad, por encima de todo; de solidaridad y de comprensión mutua. Sin reproches, sin divisiones. Tampoco la literalidad del manifiesto redactado por la Coordinadora Feminista puede ser motivo para que ninguna mujer u hombre eluda encontrarse con las demás en defensa de la igualdad alcanzada hasta ahora y en demanda de la que falta por conquistar. En plena liza electoral, dirigentes y militantes partidarios deberían esforzarse en pasar desapercibidos, porque ningún otro acontecimiento en nuestro país representa de manera más rotunda y masiva a la sociedad civil. A esa sociedad que las mujeres hacemos mejor durante todo el año.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios