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El valor de la verdad

AMELIA GUISANDE GONZÁLEZ

Jueves, 22 de febrero 2018, 00:10

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En estos momentos en que el horizonte de nuestra política no termina de despejarse, vengo escuchando determinadas declaraciones de algunos políticos que son un reflejo de su disonancia entre su pensamiento y su palabra.

No digo que sus informaciones sean distintas ateniéndonos al marco en el que se producen, público o privado, sino que la información que nos transmiten resulta afectada por esa contradicción interna y en consecuencia la percibimos como no veraz. La creencia de que la veracidad es un valor que conviene cultivar en aras de nuestra convivencia no se aviene con el mantenimiento de este doble lenguaje, lo cual me parece nos debería preocupar.

Dada la naturaleza social de nuestra lengua, es evidente que tiene para nosotros la función de ser un instrumento al servicio de la comunicación y de la información, respectivamente, de manera que en este sentido esperamos que nuestros interlocutores manifiesten una correspondencia lo más ajustada posible entre lo que piensan y lo que dicen en los mensajes que transmiten.

Cuando esto no ocurre y la palabra deja de reflejar el pensamiento, el mensaje lo captamos dentro del marco de referencia de la duda. Tal manipulación ejercida con la lengua tiene consecuencias negativas para una eficaz comunicación, no solo porque dudamos del uso propio de las palabras sino porque también la desconfianza se introduce en los receptores del mensaje, que les lleva al llamado escepticismo de la palabra, un escepticismo que nuestro acervo popular supo condensar en aquel refrán: «A quien te engañó una vez nunca más le has de creer».

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