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Las mascotas y el civismo de sus dueños

JUAN ANTONIO DE LUIS GÓMEZ

Martes, 12 de septiembre 2017, 23:56

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Hay miedo a hablar sobre el mal comportamiento de algunas personas con sus animales de compañía, «¡uy!, no sabes tu donde te estas metiendo». Me he quedado unos días al cuidado de Budy (el perro de mi hijo); yo no entendía por qué son tan sucios e irrespetuosos algunos dueños de estos animales, pero me he quedado perplejo cuando he pisado la zona de esparcimiento de perros de Valdegastea, un espacio cercado, con juegos y fuente, aunque también con carencias por falta sombra, de césped o bancos.

Cuando llevé a Budy para que se desfogara, empecé a entenderlo. Me resultó asqueroso, lamentable ver la cantidad de excrementos que había. Para mantener en condiciones de salubridad un espacio común hay que cumplir unas reglas, evidentemente; alguien que no recoge la mierda en el lugar donde van a jugar los que quiere, difícilmente va a recogerla en la calle. En la entrada están las normas de uso, entre otras, recoger la mierda. No es literal, pero así queda más claro. Creo que aquellos que más se preocupan y luchan para que los animales sean cada vez más admitidos en nuestra sociedad y tengan más derechos también son responsables de educar denunciar o sancionar a quienes incumplen las normas básicas de civismo («comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad»).

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