¡Cuidar en casa también es cuidar!
Luis Vallejo Lavilla
Domingo, 18 de mayo 2025, 12:34
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Luis Vallejo Lavilla
Domingo, 18 de mayo 2025, 12:34
Le escribo como hijo y uno de los cuidadores de mi madre, de 94 años, residente en Cabretón y con un grado III de dependencia, ... lo que implica una necesidad absoluta de atención y supervisión constante. Desde enero de 2024, ante la falta de recursos públicos adecuados en nuestra zona, nos hemos visto obligados a contratar a una cuidadora interna, asumiendo íntegramente el coste de su salario, así como el de una sustituta durante el mes de vacaciones. A esto se suma el esfuerzo de los hijos, que nos organizamos para atenderla todos los fines de semana. Además, nos encargamos de llevarla a consultas médicas, de hacer la compra, gestiones administrativas, pagos y otros gastos derivados de la casa. En conjunto, esto representa una carga económica, emocional y organizativa extremadamente alta para la familia. Estimamos que el coste supera los 20.000 euros, a lo que se suman numerosos gastos adicionales imprescindibles (cama articulada, colchón antiescaras, grúa de transferencia, silla de ruedas...) Todo ello, frente a una pensión de 966,20 euros al mes que no cubre ni siquiera el sueldo base de la cuidadora principal, dejando en evidencia que el sistema actual abandona a las familias que optan por mantener a sus mayores en casa.
Hemos intentado acceder a las ayudas previstas por la Ley de Dependencia, pero nos encontramos con que en nuestra zona los servicios de ayuda a domicilio son absolutamente insuficientes y no se cubren las necesidades de un gran dependiente. Además, queremos denunciar la incoherencia del sistema de acceso a las ayudas a la dependencia en la Comunidad Autónoma. Para poder optar a cualquiera de ellas se exige como requisito haber solicitado el servicio de ayuda a domicilio. Este tipo de ayuda puede ser útil para personas con cierto grado de autonomía ya que consiste en la visita de una persona durante un par de horas al día, pero no sirve para casos de gran dependencia. Por otro lado, resulta inaceptable que, de haber optado por ingresar a mi madre en una residencia pública o concertada, recibiría una ayuda directa y significativa, pero al decidir cuidarla su casa de toda la vida no reciba ningún apoyo. Una situación no solo ilógica desde un punto de vista presupuestario, sino también profundamente injusta y discriminatoria.
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