De gigantes y molinos (parque de Labraza)
Carmelo Bujanda Requibátiz
Domingo, 23 de febrero 2025, 10:40
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Carmelo Bujanda Requibátiz
Domingo, 23 de febrero 2025, 10:40
Nuestra locura ha sido creer que aquellos molinos de viento, que nuestros vecinos navarros tan blancos pusieron en la raya de Las Llanas, bastarían. Pues ... no, en el País Vasco se piensa en verde o en blanco o en limpio y por lo tanto hay que apostar por las renovables. Son muchos años sin implantar parques eólicos y ya tocaba. Necesitamos producir energía, proyectos de innovación tecnológica que sean atractivos y para eso necesitamos la energía. Los parques eólicos son una de las soluciones, con lo que una gran mayoría estamos de acuerdo. Pero así no.
Y de pronto aparecieron ellos: los gigantes. Primero rumores, después noticias, luego proyectos, luego licencias y finalmente aprobación. En las múltiples veces que Labraza se ha manifestado, ha dicho mayoritariamente no a los gigantes. Pero estos tienen padrinos altos (Iberdrola, Gobierno Vasco, Diputación Foral, Ayuntamiento de Oyón), tan altos como pueden ser 200 metros. Así, nuestro Rocinante ha salido mal parado. Labraza es uno de los núcleos poblacionales más pequeños de Álava. Unos cien habitantes empadronados, solo la mitad residentes habituales. Somos tan pequeños como soñadores. Amantes de lo nuestro, porque a la sombra de esos futuros gigantes-molinos han vivido y viven personas desde hace más de 4.000 años. Sus habitantes solo quieren que se les oiga y de alguna forma se las haga caso.
Años que arrastran mucha historia: desde el hipogeo del Longar hasta al fuero que nos dio Sancho el Fuerte para hacernos villa visible en la frontera navarra con el reino castellano en las postrimerías del siglo XII. Desde los viajes de Baroja para dar título a El mayorazgo de Labraz a los que se fueron a Canterbury para recoger el premio a «mejor muralla viva del mundo». Y lo que menos nos gusta es que el cierzo venga con ruido de ventilador gigante, meneando vientos de discordia que despeine la naturaleza entrañable del pinar de Dueña (el más occidental de pino Alepo de toda Europa, declarado biotopo natural de interés especial) y a todos los animales que en él y sus contornos viven: desde la perdiz al búho real, desde el mochuelo al buitre leonado, desde el humilde lirón al hermoso corzo. Que no son molinos, querido Sancho, que son gigantes de 200 metros y en ello nos va la honra. Podemos ser quijotes pero no quijotescos.
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