Borrar
Tribuna

Día internacional para la erradicación de la pobreza

Cervantes, en El Quijote: «La mejor salsa del mundo es el hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto»

Carlos Álvarez González

Jueves, 16 de octubre 2025

Comenta

En la Tesis IV de su obra 'Sobre el concepto de historia' Walter Benjamin escribe: «La lucha de clases, que un historiador formado por Marx ha de tener siempre presente, es una lucha por las cosas toscas y materiales, sin las cuales no existen las más finas y espirituales».

Qué duda cabe que Cervantes había leído a Benjamin. Así, su obra, y muy especialmente el Quijote, además de estar plagada de reflexiones en torno a la justicia, la libertad, el poder, la situación de la mujer, la literatura, la violencia..., tiene muy presente la pobreza. No sólo sus personajes son muy abundantemente pobres (los ricos, como los duques, suelen ser bastante idiotas y dañinos), sino que aborda expresamente a menudo el asunto de la pobreza, y suele hacerlo de esa manera tan suya, dejando caer las frases, soltando al aire las ideas como para que quien las quiera pillar las pille.

En ocasiones lo hace con un aire un tanto desesperanzado, como cuando dice: «...hombre de bien, si es que este título se puede dar al que es pobre,...» (I.7) o bien: «El pobre honrado, si es que puede ser honrado el pobre,...» (II.22). Otras veces el tono es un poquito más reivindicativo, como cuando constata que «por el pobre todos pasan los ojos como de corrida...» (II.5) o cuando menta al «...pobre Basilio, cuya pobreza cortó las alas de su dicha» (II.20) o, poco más adelante (II.22): «El mayor contrario que el amor tiene es la hambre y la continua necesidad».

Hay una muy, muy buena (II.5), que suena como a venganza histórica: «La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto». Dale una vuelta a la frase, que tiene su miga.

Pero la que está llamada a ser escrita en mármoles la tenemos en el capítulo 24 de la segunda parte. Van don Quijote y Sancho y encuentran de camino a un chavalillo como de dieciocho años, con un petate al hombro, que va cantando (si estás leyendo esto, puedes leerlo en voz alta, incluso ponerle musiquilla, es un 7/5/7/5 precioso):

A la guerra me llevami necesidad;si tuviera dineros,no fuera, en verdad

Cervantes era muy materialista. Aquí queda claro que había leído no sólo a Benjamin sino también a propio Marx. Y apunta, indiscutiblemente, a la lucha de clases. España, en ese siglo XVII, no era una nación en el sentido moderno del término, sino que era una propiedad patrimonial del rey. El rey podía disminuir o ampliar «sus» dominios, comprarlos o venderlos, heredarlos o dejarlos en herencia. La obsesión era, claro, ampliar sus propiedades, conquistar territorios en guerras.

El chavalillo en cuestión si pudiera no iría a alistarse al ejército, lo hace para no morirse de hambre. Si la gente no pasara necesidad el rey no tendría con quien engrosar las filas de su ejército. La pobreza no era algo que hubiera que solucionar, al contrario, la pobreza era algo absolutamente necesario para que el rey mantuviera su patrimonio. El hambre alimentaba al ejército.

Exactamente igual que dos siglos más tarde, cuando las enormes factorías necesitaban paletadas y paletadas de pobres, de gente desheredada y necesitada que hiciera funcionar la maquinaria productiva. Sin esa enorme masa de pobres (proletariado, gente cuyos únicos bienes era su prole) la revolución industrial no habría tenido lugar.

Don Quijote, cuando encuentra a alguien de camino, que le ocurre a menudo, y aprovecha para charlar, que le encanta, acostumbra a preguntar educadamente por su nombre, por saber con quién habla. Pero en este caso no. De este «mozo» o «mancebo», que de las dos formas se refiere a él el texto, no conocemos sino la edad. Precisamente ese «anonimato» subraya su condición de representante de una «clase».

En el siglo XXI, el que exista pobreza no es un «asunto» ni una «cuestión», es simplemente una EIC (Enorme Indecencia Civilizatoria)

En el XVII, o en el XIX, en tiempos de escasez, la pobreza podía ser un «asunto» a tratar, una «cuestión» importante, algo que había que intentar remediar. En el siglo XXI, en este planeta que hemos convertido en una enorme factoría, en un tiempo en el que nos sobra de todo, en el que no tenemos capacidad para consumir todo lo que fabricamos, en el que hay demasiados coches, demasiada ropa, demasiado turismo, demasiado plástico..., en el que los problemas no son de escasez sino de abundancia, el que exista pobreza no es un «asunto» ni una «cuestión», es, simplemente, una EIC (Enorme Indecencia Civilizatoria).

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Día internacional para la erradicación de la pobreza