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Domingo, 9 de septiembre 2018, 22:17
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Tres meses después de su sorprendente investidura, Pedro Sánchez se mueve con una hoja de ruta en la que la acción de Gobierno, condicionada por su precariedad parlamentaria, se convierte en trampolín con vistas a su reelección en las urnas en una fecha por ahora impredecible. Dependerá de que los variopintos aliados que le auparon a La Moncloa le permitan aprobar los Presupuestos de 2019 y estirar así la legislatura hasta cuando le convenga, y de la deriva que adopte en los próximos meses el independentismo catalán. El Ejecutivo tropieza con los problemas previsibles para sacar adelante cualquier proyecto cuando solo se dispone de 84 escaños en un Congreso de 350. Pero ello no justifica convertir su actividad en una permanente campaña a la espera de que los sondeos auguren una holgada victoria del PSOE en las próximas generales. Ni el abusivo uso de decretos leyes para dotar de contenido a una gestión en la que abundan más las promesas y las rectificaciones que los hechos. Conforme pasan los meses se acrecienta la sombra de una legislatura por completo estéril como consecuencia de la debilidad de Rajoy primero y de Sánchez después, mientras el incendio catalán acrecienta el clima de inestabilidad e incertidumbre. El calendario electoral favorece la tentación del Gobierno de impulsar más golpes de efecto, como la exhumación de Franco, que reformas necesarias pero de impredecible futuro por su agónica minoría parlamentaria y la escasa predisposición de otros partidos a socorrerle en ese escenario. En apenas nueve meses se concentrarán las elecciones locales, autonómicas y europeas de mayo, más las andaluzas -previstas para marzo, pero que podrían ser adelantadas a este otoño- y una eventual repetición de las catalanas este mismo año. El peligro de que la política española quede reducida a una campaña interminable, en la que los enfrentamientos partidistas ahoguen cualquier conato de diálogo, es más que evidente. Sánchez ha sabido rentabilizar hasta ahora la plataforma de proyección que le ofrece el poder, pese a la sucesión de volantazos y contradicciones de su Ejecutivo. El PSOE encabeza las encuestas por primera vez desde la etapa de Zapatero y se beneficia del 'shock' en el que aún está sumido el PP tras la moción de censura y de la confusión en que la Podemos y Ciudadanos se mueven en este nuevo escenario. Pero ni las obvias dificultades para tranzar acuerdos ni sus legítimos intereses partidistas le eximen de las responsabilidades que tiene contraídas como presidente.
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