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Desde el sofá veo cómo Simone Biles vuela en el ejercicio de suelo. No estuvo perfecta, pero se metió en todas las finales. Quiero ver a mis favoritas ganando. Pero también sorpresas. El nadador tunecino de 18 años que desde la calle ocho ha ganado el 400 estilos. Ganar desde la calle ocho es llegar a presidente de botones. También ha sido sorpresa la madre de Adriana Cerezo, plata en taekwondo. Qué señora. Pero lo más sorprendente, el ciclismo en ruta femenino. En los Juegos hay competiciones de monopatín y otras idioteces, pero no se permiten los pinganillos en ciclismo. Purismo de Coubertin. Y lo peor no es perder. La holandesa Annemiek van Vleuten entró a la meta levantando los brazos y creyendo que había triunfado cuando la austriaca Kiessenhofer había llegado más de un minuto antes. Esta había formado parte de una escapada de matadas, y Van Vleuten creía que todas habían sido absorbidas. Lo peor no es perder, lo peor es el ridículo.

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