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No hace falta ser un lumbrera para llegar a la conclusión de que a este país se le han fundido los plomos. A todas luces ... brilla con luz propia el grado de ineptitud y maniqueísmo con el que se manejan tanto el gobierno como la oposición, por no hablar de que sus respectivas aficiones llevan una venda en los ojos. Van con las luces cortas, por todo saltan chispas y si no deciden con prontitud ponerse las pilas esto es un apaga y vámonos. A estas alturas uno ya no sabe bien si resultan más nocivos los iluminados a los que se les cruzan los cables en virtud de sus arrebatos ideológicos, o los simples enchufados que están a verlas venir agarrados a su carguito. El apagón del 28 de abril arrojó aun si cabe más luz sobre la misérrima condición que cubre de sombras el debate público. Actuamos como perretes de Pavlov en función de las filias y fobias de cada cual. Si se nombran las energías renovables, estos agitan el rabo con arrobo y alegría, mientras a aquellos les da por gruñir sañudos y belicosos. Y si, por el contrario, son las centrales nucleares las que salen a relucir, aquellos caniches se tornarán dóberman y a la inversa. Ahora que todos nos hemos familiarizado con el concepto del mix energético, va a resultar que el personal ve la luz con paquetes configurados sin posibilidad de cambios. Está en oferta un combo Renovables/Palestina/Broncano, con opción en la modalidad prémium por escoger entre tercera y cuarta ola feminista. Aunque va ganando suscriptores el Vandellós/OTAN sí/Motos, y a los clientes más antiguos se les regala abono en Las Ventas y licencia de caza.
A traer algo de luz a este panorama sombrío contribuye poco la manifiesta aversión a la luz y los taquígrafos de nuestros dirigentes políticos. Las declaraciones de Pedro Sánchez suelen tender a dejarnos a dos velas, y mira que tendrá colaboradores brillantes dispuestos a echarle un cable, pero su tendencia a hacer la vista gorda con los errores propios, y la contumaz propensión a sacar a la luz todo tipo de teorías conspirativas, deparan más sombras que luces sobre su figura. Otro tanto se puede aplicar a los presidentes autonómicos del PP. La tardía y mal explicada decisión de Gonzalo Capellán de solicitar el estado de emergencia nacional cuando la situación era ya de práctica normalidad presenta muchos puntos oscuros, y da luz verde a aquellos que creen que con esta medida tan solo se pretendía hacerle luz de gas a la Moncloa, en desquite por la irresponsable gestión que mantuvieron las administraciones en la dana de Valencia. La oscuridad de Mordor va ganando terreno en este país que nunca se caracterizó por tener muchas luces. Aquí somos más de las pinturas negras de Goya que del cromatismo del Siglo de las Luces. Hemos vivido épocas enteras en blanco y negro, y muy poquito en technicolor. Vamos a ciegas y queremos intuir la luz al final del túnel. Pero, como puede atestiguar cualquier usuario ferroviario y la letra de los madrileños Los Punsetes, resulta que España es ese lugar en el que al final del túnel siempre hay otro túnel.
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