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Nunca me entero de nada

Me enrollo que te cagas

Viernes, 4 de julio 2025

Acuarenta grados gruesos goterones de sudor caen sobre el teclado, y en la pantalla del ordenador se dibujan las líneas difusas de un alucinante espejismo. ... Estamos en un indeterminado futuro próximo. El teflón del que está hecho Pedro Sánchez no se ha resquebrajado ni un milímetro y su gobierno sigue en pie contra viento y marea. Con la única oposición de un irreductible pequeño partido, casposo, cavernario, que bajo el delirante lema «el sanchismo nos roba» protagoniza viriles algaradas en las calles. Llamémosle Vox a ese partido. Sus huestes reivindican el libre derecho a restituir la Hispania de Viriato, Leovigildo y Felipe II. Difunden su lucha en las redes sociales haciendo constantes referencias a viejos chistes de Arévalo y Esteso, con lo que pasan a ser conocidos como la «monarquía de la risa floja». En una jornada histórica, al alba y con fuerte viento de Levante, en la que van a decidir su unidad de destino en lo universal, los tercios de Flandes se enfrentan a las fuerzas de ocupación. Tiras y aflojas. Pedro Sánchez culpa a la derecha, a la ultraderecha y al espíritu de Yoko Ono. El líder carismático de Hispania se apresta a declarar la monarquía y Antonio Lobato nos avisa de que si parpadeas, te lo vas a perder. Un día después el líder carismático, llamémosle Santi Abascal, se fuga del país en los bajos de un alazán camino del reino de Poniente. Pasan los años, pasa la vida y todo se olvida. Un nuevo partido llega al poder con promesas de regeneración y se viven días de vino y rosas en los consejos de administración y las peluquerías donde se hace la permanente la gente de orden. Digamos que ese partido es el PP. Pero hete aquí que unas elecciones de resultado ajustado, el PP necesita los siete votos de Santi Abascal para mantenerse en el poder. El recuperado Teodoro García, que se ha aburrido de ganar campeonatos mundiales de lanzamiento de pipo, viaja al Trono de Hierro para negociar con Santi. Santi pide la amnistía, el virreinato del Perú y dos huevos duros. Teodoro, como buen trilero, enseña y esconde la bolita, el tinglado se va sosteniendo, y mientras tanto, presuntamente, monta una mafia de Torrentes en el seno del gobierno que se van repartiendo sin pudor chatis y mordidas. Belén Esteban se ha llevado «La familia de la tele» a una emisora clandestina de San Blas desde la que denuncia estas corruptelas. El PP culpa a la izquierda, a la ultraizquierda y a la familia Bardem. Las calles se incendian, las Brigadas Internacionales cercan Madrid, el cojo Mantecas lidera huelgas salvajes y Almodóvar lanza un manifiesto firmado por cien mil intelectuales en el que le ruega a Pedro Sánchez que retorne desde su exilio dorado en Venezuela, a donde se había retirado para emprender una exitosa carrera de galán maduro de culebrones. A todo esto Santi, desde el Trono De Hierro, se hace el hispano y mucho hispano y musita máximas sapienciales del tipo «cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos mejor para mí el suyo beneficio político». Entonces enciendo el aire acondicionado, y la realidad es anodina y apacible como cada inicio de verano.

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