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CARMEN NEVOT - ARRANCHAR A SON DE MAR
Martes, 11 de diciembre 2018, 23:42
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La política es cruel y Susana Díaz lo sabe ahora mejor que nadie. La aletargada enemistad entre la presidenta en funciones andaluza y Pedro Sánchez se ha reabierto con el batacazo histórico de los socialistas en Andalucía.
Desde Ferraz han encontrado el momento para dejar caer a la lideresa o al menos intentarlo y sugerirlo como hizo el lunes Ábalos. Han extendido los brazos para darle ese pequeño empujón hacia el precipicio y evitar así hacer ese necesario ejercicio de autoflagelación y reflexión en el seno del PSOE. Porque si Sánchez dijo que Andalucía es el espejo «en el que nos miramos», salvo que midan qué peso han tenido las decisiones de Moncloa y el acuerdo con los nacionalistas en la debacle socialista y viren el rumbo, lo lógico es pensar que podría correr la misma suerte que Susana Díaz. Es de sabios recordar que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.
Entretanto, Díaz que no escondió su animadversión hacia Sánchez -y viceversa- antes de las primarias de mayo del 2017, es decir, antes de que el ahora presidente se impusiera a la andaluza en unas primarias en las que competían por la secretaría general del partido, ha pagado el peaje no sólo de la corrupción, sino también por los platos rotos desde Ferraz.
La cabeza de Díaz, si la presión de Madrid cesa, dependerá ahora de lo que haga Ciudadanos, de los cálculos que hagan los de Rivera sobre qué 'acuerdo' les dolerá menos de cara a las generales, si seguir sosteniendo un ejecutivo socialista en Andalucía o ser socios de gobierno con los 'ultra' de Vox, los últimos en irrumpir en un mapa político tremendamente endiablado.
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