Vamos a trabajar, pero con mascarilla y guantes, son obligatorios. Una aplicación en el móvil controla, cuando entras en cualquier edificio o establecimiento, que no ... vienes de una zona afectada y se hacen test permanentemente. No están abiertos los cines ni los teatros, pero podemos ir a restaurantes». La ventaja de tener un amigo en Shanghái es que te va contando lo que va a pasar, como si ahí se hubiese estrenado ya una serie –en este caso de terror– y te fuera adelantando el final de cada capítulo cuando se emite en España. En Shanghai viven 26 millones de habitantes, algo más de la mitad de la población de España.
No es que China sea el modelo a seguir, porque como bien escribía Vargas Llosa hace un par de semanas, por su ocultación de la pandemia –la dictadura china llegó a meter en la cárcel a los médicos que avisaron de la misma– se retrasaron las medidas a tomar con las terribles consecuencias que estamos teniendo. Pero como ya lo han pasado, y están volviendo a una cierta normalidad, ya podemos saber cómo serán las cosas cuando el coronavirus no nos golpee tan duramente.
En China tienen que tener obligatoriamente una aplicación que sigue el estado de salud y viajes de cada persona y determina si se es apto para entrar en un edifico público o en un centro comercial. Se registra también el historial de viajes y visitas a centros médicos y hospitales. Es esto que llamamos geolocalización, y que me parece estupendo, para controlar la expansión del coronavirus. Por cierto, que en nuestro país el Gobierno no ha puesto en marcha una aplicación como la china o la que utilizan en Corea (donde, con más población, el impacto del virus es mucho menor.
En España no hay todavía, un mes después del estado de alarma y del confinamiento, ni mascarillas ni guantes, ni test para todos, así que no podremos volver a una cierta normalidad aunque baje el nivel de contagios.
Toda crisis supone también una oportunidad. De hecho la palabra crisis en la complicada caligrafía china –en chino tenía que ser–, se escribe uniendo los símbolos de peligro y oportunidad. Así se entiende mejor un antiguo proverbio chino según el cual «en el corazón de cada crisis se esconde una oportunidad». Pero hay que saber aprender de las crisis, nada nos asegura que lo hagamos.
¿Qué aprenderemos de esta? ¿Aprenderemos a disfrutar de las pequeñas cosas que hacen que la vida tenga sentido? ¿Aprenderemos a sosegar nuestra ajetreada vida? ¿A implantar de una vez el teletrabajo –quienes puedan, claro, en una fábrica de coches es imposible–? ¿Qué los periódicos y el buen periodismo son imprescindibles?¿A apreciar lo frágiles y vulnerables que somos? ¿A ser más humildes? ¿A valorar el tiempo con las personas que nos importan? ¿A ser más solidarios? ¿A no dejar el gobierno en manos de unos negligentes? El mismo proverbio chino continúa diciendo «abundantes beneficios esperan a quienes descubren el secreto de encontrar la oportunidad en la crisis». Espero que seamos capaces de aprender algo de esta. Al fin y al cabo, de todo se aprende.
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