Educación y servicios: la llave del futuro rural
O construimos pueblos vivos, con servicios y oportunidades, o nos resignamos a contemplar cómo se convierten en tierras de silencio
Antonio Hernández Lobo
Director del Ies Rey Don García y miembro del Consejo Escolar de La Rioja
Sábado, 11 de octubre 2025, 21:45
La Rioja es un territorio singular, una tierra de contrastes que combina la vitalidad de sus ciudades con el valor patrimonial, cultural y natural de ... sus pueblos. En ellos se encuentra un modo de vida que muchos identifican con tranquilidad, cercanía y calidad humana, pero que al mismo tiempo enfrenta una amenaza real y persistente: la despoblación. Más de la mitad de los municipios riojanos no llega al centenar de habitantes y cada año la sangría demográfica se repite, dejando tras de sí calles vacías, casas cerradas y servicios cada vez más frágiles. El debate no puede aplazarse más: o convertimos el medio rural en un lugar habitable con los mismos derechos que en las ciudades, o asumimos la resignación de verlo desaparecer poco a poco.
La clave está en los servicios. Ni discursos grandilocuentes ni planes llenos de siglas serán suficientes si en la vida cotidiana faltan colegios abiertos, transporte escolar seguro, centros de salud con personal estable, cobertura digital de calidad y algo tan elemental como un banco o una tienda cercana. El concepto de España vaciada ha servido para visibilizar un problema, pero quedarse en el lema no basta. Sin servicios básicos, cualquier estrategia rural se convierte en papel mojado, porque las familias necesitan certezas y no promesas.
La educación se erige como pilar fundamental. No hablamos únicamente de enseñar contenidos, sino de garantizar que la comunidad se mantenga viva. Los Centros Rurales Agrupados (CRAs) y las secciones de institutos de secundaria son el motor que evita que los pueblos queden reducidos a residencias de fin de semana. Una familia con niños difícilmente se instalará en un lugar donde no haya colegio, y cuando un aula se cierra, el pueblo se apaga. La Rioja ha sabido innovar con un modelo que agrupa alumnado de varias localidades para adaptarse a la dispersión geográfica, pero este esfuerzo exige un compromiso permanente: profesorado estable, transporte seguro, digitalización real y proyectos educativos que atraigan y motiven. Defender la educación rural no es pedir un trato de favor, es reivindicar la igualdad de derechos de quienes deciden vivir en el campo.
No basta con proyectos piloto o con medidas aisladas: hace falta un compromiso sostenido en el tiempo que llegue a todos los municipios
El reto, además, no puede recaer únicamente en los ayuntamientos. La Ley de Bases de Régimen Local establece qué servicios son obligatorios, pero la mayoría de municipios pequeños carece de medios para cumplirlos. Ahí resulta imprescindible la acción del Gobierno de La Rioja, en coordinación con las administraciones estatal y europea. Solo a través de esa cooperación puede garantizarse que la sanidad llegue a todos los rincones, que las carreteras y el transporte escolar funcionen y que la digitalización no sea un privilegio exclusivo de las cabeceras de comarca. Hablar de despoblación sin hablar de coordinación institucional es condenar el problema a un círculo vicioso de promesas incumplidas.
Los servicios privados, con frecuencia olvidados, son también determinantes. De poco sirve tener buena conexión a internet si no existe un cajero automático para que los mayores puedan cobrar su pensión o si el comercio más cercano está a veinte kilómetros. La Administración debe jugar un papel activo para evitar que bancos, operadores de telecomunicaciones y pequeñas empresas den la espalda al mundo rural. Experiencias como las oficinas bancarias móviles, o las tiendas multiservicio apoyadas por los propios ayuntamientos demuestran que sí hay fórmulas para garantizar un mínimo de servicios, siempre que se combine voluntad política y creatividad empresarial.
En los últimos años, el Gobierno de La Rioja ha impulsado proyectos que apuntan en la buena dirección. Se han reforzado los CRAs, con la actualización de una nueva Orden que regula su organización y funcionamiento, se han mejorado los servicios de comedor y transporte escolar y se ha planificado un plan para la instalación de cajeros automáticos en pequeños municipios. Programas como La Rioja Rural Conecta o Digitalízate con La Rioja buscan formar en competencias digitales a jóvenes, mayores y colectivos vulnerables, mientras que medidas como el Carné Rioja Joven Rural, que permitirá a los menores de 25 años viajar gratis en autobuses interurbanos, suponen un incentivo real para facilitar la movilidad y la conexión entre pueblos, cabeceras de comarca y ciudades. Por otra parte, el Plan Revive supone una excelente iniciativa que concede ayudas económicas para favorecer el acceso de las personas jóvenes a su vivienda habitual en el medio rural, haciendo más atractivo instalarse en los pueblos riojanos.
Estas iniciativas muestran que es posible avanzar cuando hay voluntad política y colaboración institucional, pero también que la clave está en la continuidad. No basta con proyectos piloto o con medidas aisladas: hace falta un compromiso sostenido en el tiempo que llegue a todos los municipios, porque de nada sirve que unos pueblos avancen si otros quedan a la deriva. La Rioja, por su tamaño y cohesión territorial, tiene la oportunidad de convertirse en un laboratorio de políticas rurales innovadoras. Si se refuerza la red educativa, se garantiza el acceso a servicios básicos y se aprovecha la digitalización, puede convertirse en un modelo de referencia en España.
La despoblación no es una fatalidad inevitable, sino la consecuencia directa de decisiones políticas y sociales, o de la ausencia de ellas. Y precisamente por eso puede revertirse. Educación y servicios constituyen la llave para que un pueblo sea habitable o quede condenado al abandono. La pregunta ya no es qué pasa si no actuamos, porque lo estamos viendo: casas cerradas, aulas vacías, negocios que echan la persiana. La pregunta es si estamos dispuestos a cambiarlo.
El dilema no admite excusas: o construimos pueblos vivos, con servicios y oportunidades, o nos resignamos a contemplar cómo se convierten en tierras de silencio. La Rioja cuenta con programas, recursos y voluntad política, pero la verdadera medida del éxito será la capacidad de todos para sumar esfuerzos. Porque el futuro del medio rural no se gana en los discursos, sino en las decisiones que permiten que cada día un vecino más decida quedarse.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión