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Altavoz independentista

Miércoles, 28 de febrero 2018, 22:27

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La decisión de la exparlamentaria de la CUP, Anna Gabriel, de autoexiliarse en Ginebra para eludir la citación de ayer en el Tribunal Supremo llevó al juez Pablo Llarena a ordenar su detención en suelo español, evitando -como ya hizo en el caso de Carles Puigdemont y de sus exconsejeros- solicitar su detención y entrega por parte de las autoridades suizas. Los portavoces de la CUP han explicado la elección del país de destino de Gabriel en base a dos argumentos; la renuencia de Suiza a las extradiciones y que Ginebra es sede de numerosas organizaciones internacionales. Pero aunque la CUP y Junts per Catalunya esgriman el argumento de la proyección europea y mundial de sus reivindicaciones, el objetivo último es mucho más doméstico. Con Anna Gabriel el independentismo se ha dotado de otra voz que, desde el exterior, llegará a Cataluña con mensajes de deslegitimación del sistema democrático español. En realidad ni siquiera necesitará decir nada, puesto que su presencia se hará constante a poco que mantenga su militancia en la CUP. Se trata -como se ha podido comprobar en el caso del expresident de la Generalitat- de una manera de amplificar la notoriedad del secesionismo precisamente cuando éste encuentra más dificultades para preservar su unidad y apuntalar un proyecto político creíble en pos de un Estado catalán. La duplicación institucional que, según todos los indicios, pretende la mayoría parlamentaria independentista -para salvar, a la vez, el 'legitimismo' encarnado por Puigdemont y el regreso al Gobierno de la Generalitat sin el 155- forma parte de la multiplicación aparente de efectivos que cada día proyecta el secesionismo. Como si las diferencias y las negociaciones en su seno representaran las necesidades y el sentir de todos los catalanes. Los procedimientos judiciales abiertos en torno al 1-O y a los acontecimientos posteriores van conformando una maraña de investigados, pruebas, indicios e informaciones que tardará mucho tiempo en desembocar en conclusiones definitivas. Es importante recordar que la constitución de un Gobierno de la Generalitat viable dentro de la legalidad resulta incompatible con la pretensión de legitimar y conceder eficacia a poderes de decisión o de representación ajenos a aquellos que contemplan el Estatut y la Constitución.

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