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La plazuela perdida

Las amistades peligrosas

Alonso Chavarri

Lunes, 20 de octubre 2025, 23:14

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Era muy frecuente, en aquellos años bárbaros de niñez adoctrinada –si es que alguna vez la infancia no ha sido adoctrinada– y adolescencia martirizada por ... la educación católico-franquista de la época, aunque mi amigo Eulogio dice que no salimos tan mal, después de todo, escuchar la frase «¡Cuidado con las malas compañías!». Era una especie de latiguillo que sonaba en casa, en la escuela y, sobre todo, en la iglesia, aunque jamás quedó muy claro en qué se concretaba lo de las malas compañías. Genéricamente, las malas compañías eran aquellas que te podían apartar del camino recto y llevarte por la senda de la bebida, las blasfemias y de otros vicios y pecados contra el sexto mandamiento, que era la obsesión del clero dominante, pero concretar era más difícil, pues, para la mayoría de los padres, las malas compañías eran los hijos de los demás, nunca los propios, que lo serían para otros.

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