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Agradecimiento

Agradecimiento

JULIO ARMAS

Domingo, 20 de enero 2019, 00:01

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Aunque antes de que me ocurriera ya lo había leído un par de veces, no acabé de creérmelo hasta que no lo sufrí en mis propias carnes. Me refiero a ese cerrojazo mental que el escritor sufre al enfrentarse con el folio en blanco.

El folio espera sesenta líneas, el periódico espera el folio y el comentarista espera algo que comentar. Todos esperan. Ni vale que la idea llegue antes que la forma, ni vale que la forma llegue antes que la idea. A la vez, han de llegar a la vez, pero es difícil. Difícil, pero no imposible.

Hoy, porque es de bien nacido el ser agradecido, quiero desde estas líneas expresar mi reconocimiento a un invento, una mixtificación pesadísima que es la que, a pesar de todo, me ayuda a escribir alguno de mis folios semanales. Me estoy refiriendo a ese conjunto de hechos que se han ido desarrollando en la comunidad autónoma de Cataluña, intentando conseguir que sus cuatro provincias obtengan de la madre patria su autodeterminación e independencia. Me estoy refiriendo al prusés, palabra que en castellano significa proceso y que, no sé por qué razón, por aquí, por casa, decimos y escribimos «procés».

Así que gracias prusés, bendito «procés», porque si no fuera por ti y por los que contigo colaboran en tu desarrollo, ¿de dónde iba yo a sacar tanta tontería de la que hablar y tanta sandez que comentar?

Les pongo un ejemplo: de no ser a las gentes del procés, ¿a quién se le iba a ocurrir, amarillo que te lo pillo, confundir churras con merinas y en la noche de reyes decorar el recorrido de la cabalgata con «lazis», farolillos independentistas y reales y mágicos mensajes alusivos a los golpistas presos? Oigan, de verdad, señores del proceso, si a ustedes esto les parece algo normal, permítanme que les de un consejo: háganselo mirar, ¿eh?, háganselo mirar.

Una cosa es que Pere Aragonés, el flamante vicepresidente del Gobierno catalán, en un rasgo de buen humor diga que lo que el Govern quiere es la libre absolución de los presos políticos independentistas, porque en contra de la opinión de una pléyade de abogados, fiscales y jueces, ellos creen que no se ha cometido delito ninguno y otra cosa es manosear el sentir de la cabalgata de reyes.

Y es que esta permanente distorsión de la realidad en la que algunos viven parece no tener barreras porque, fíjense, siguiendo con su normal anormalidad, ¿a ustedes les parece de recibo que el ganador del 51º Premio Josep Pla de Narrativa, un señor de cuyo nombre no quiero acordarme, aproveche sus cinco minutos de agradecimiento y gloria para, confundiendo en esta ocasión churras con lachas y a falta de una buena cabalgata que llevarse a la boca, decir que «siente tristeza y rabia por vivir en un país donde hay presos políticos y donde el gobierno legítimo de la Generalitat está exiliado» (sic).

Y, ¡oigan!, eso lo dice el ganador del Premio Josep Pla, cuando Josep Pla en su día escribió que: «El catalán a veces parece un cobarde y otras un ensimismado orgulloso. A veces parece sufrir de manía persecutoria y otras de engreimiento. Alterna constantemente la avidez con sentimientos de frustración enfermiza» (sic). Ese mismo Josep Pla al que en Madrid veían con malos ojos por su catalanismo y con malos ojos lo veían en Barcelona por su españolismo visceral.

Pero desde aquí, y ya acabo, no sólo quiero zaherir al ganador del premio Josep Pla, en honor a la verdad debo mostrarle también mi total acuerdo con él cuando dijo aquello de que «La realidad no la podemos reescribir y dentro de muchos años, cuando recordemos estos días, nos dará vergüenza lo que está pasando» (sic).

Y es que sí... totalmente de acuerdo con usted, majete, totalmente de acuerdo. Dentro de muchos años, cuando recordemos estos días, nos dará vergüenza lo que está pasando. A unos más que a otros, pero nos dará vergüenza, por acción o por omisión... pero vergüenza al cabo. Qué le vamos a hacer... si el catalán a veces parece un ensimismado orgulloso... y no lo digo yo, lo dijo el señor Pla. ¿Se acuerdan? Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.

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