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Portugal en su drama

Se ha dicho que el pueblo luso propende al pesimismo porque la vida le ha forjado en la contrariedad

DIEGO CARCEDO

Martes, 27 de junio 2017, 21:41

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Lo que está ocurriendo en Portugal es terrible: catástrofes de diferente naturaleza ocurren en todas partes pero los incendios que asolan a una amplia comarca del centro del país se están convirtiendo en un drama con escasos precedentes. Los incendios causados por los rayos de una tormenta arrasan unos bosques de acceso difícil, donde la población se halla diseminada en aldeas minúsculas y el agua es un bien escaso que en la calorina veraniega apenas llega para beber las personas y mal abrevar el ganado. No sobra para apagar incendios.

Es muy duro lo que está ocurriendo, con decenas de víctimas calcinadas y contemplado desde la proximidad, como hacemos los españoles, doblemente estremecedor. La gente portuguesa está acostumbrada a vivir situaciones graves, y las sobrelleva como nadie con resignación. Algunas veces se ha dicho y se ha escrito que el pueblo luso propende al pesimismo porque la vida le ha forjado en la contrariedad.

Pero si es verdad que está dominado por un pesimismo congénito, la realidad demuestra que no siempre está justificado. La larga dictadura salazarista no contribuyó nada, más bien lo contrario, a levantar el ánimo colectivo. Sin embargo razones para conseguirlo tienen los portugueses y en los últimos tiempos lo han demostrado: acumulan valores culturales y talentos de todo tipo que brillan en el ámbito internacional e influyen en muchos aspectos de la vida pública y el mantenimiento de la paz.

Con sus diez millones de habitantes, que en contra del tópico no le convierten en un país insignificante, Portugal ofrece al mundo una lengua y una literatura universales reconocidas con el Premio Nobel concedido a José Saramago; ha aportado al proceso de integración europea diez años de Presidencia de la Comisión, encabezada por Durâo Barroso, y actualmente tiene a uno de sus políticos más brillantes, Antonio Guterres, al frente de las Naciones Unidas como secretario general.

El país ha superado el estigma del colonialismo residual y últimamente consiguió salir airoso del rescate económico que tuvo que afrontar durante la crisis y encontró una solución pragmática a la hora de formar un Gobierno eficaz contra la naturaleza ideológica de sus partidos. La recuperación lograda ha sido objeto de elogios por propios y foráneos. Una mejoría económica partiendo del aumento de los salarios es un éxito que rompe con muchas tesis sobre la superación de una crisis.

Incluso en el deporte Portugal ha cosechado últimamente éxitos espectaculares, como el Campeonato de Europa de fútbol con varios jugadores convertidos en estrellas de este deporte. No hay razón por lo tanto para el pesimismo crónico, sí la hay estos días para sufrir con dolor en las propias carnes los efectos del fuego que ha sumido al país en una situación catastrófica. Merecen todo el apoyo y solidaridad que su condición de pueblo con tanta historia, cultura y contribución al bienestar de la humanidad les hacen acreedores.

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