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Prohibir deja de estar prohibido

Cuando muchos empezábamos a creer que estábamos recuperando las libertades, apareció Podemos

DIEGO CARCEDO

Martes, 4 de abril 2017, 23:57

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Vaya por Dios!, con perdón. Cuando muchos ingenuos empezábamos a creer que los españoles estábamos recuperando las libertades, apareció Podemos. Ya tenemos encaramados en el poder parlamentario y municipal quienes se preocupen de nuevo de que el verbo prohibir no caiga en desuso. Los populistas se preocupan de nuestra felicidad colectiva y para propiciarla intentan volver a prohibir. Menos mal que los mayores tenemos experiencia. Cualquier día volveremos a los tristemente inolvidables tiempos en que, al menos en mi tierra, se prohibía cantar en los bares.

La lista de prohibiciones que propone Podemos, y seguramente decretará cuando gobierne, es larga y variada. Las hay que pueden parecer sensatas, como las peleas de gallos o cortarles el rabo a los perros. De paso tampoco estaría mal aprovechar para prohibir los escraches contra personas -no confundir con pacíficas manifestaciones públicas de reivindicación o protesta- u ocupaciones de espacios ajenos. Pero otras prohibiciones, ¿qué quieren que les diga? Yo no sé de dónde las sacan. No las he visto en ninguna parte.

También es cierto que nunca estuve en Corea del Norte, ni en la Unión Soviética de Stalin ni en Venezuela desde es presidente Maduro. Quizás Podemos, que parece estar en todo, lo que pretende es que España recupere a base de prohibiciones su condición, nunca perdida del todo, de diferente. El catálogo de prohibiciones que propugna y contribuye a imponer desde sus escaños en los parlamentos que nos legislan es amplio y variado, ya lo he escrito. Una, ya conocida, es la transmisión de la misa en TVE. Ignoro a quién molesta que los creyentes impedidos la sigan cada domingo desde sus casas. Entre tanto, quizás podamos reflexionar sobre la prohibición de que el enaltecimiento del terrorismo sea considerado delito. Es decir, que quien quiera propugnar que el matar sea un derecho tengan barra libre para hacerlo.

También hay podemitas que quieren prohibir la Semana Santa de Sevilla y tal vez incorporar al Código Penal que vestirse de capuchino y sacar a hombros un paso por las calles sea delito. Y lo mismo con las cabalgatas de Reyes, de forma que los niños no se malcríen disfrutando unas horas de sus sueños infantiles. Los toros y la caza también entran en el catálogo de prohibiciones a considerar aunque sobre ambas no se refleja tanta unanimidad de propósitos. Que hay que acabar con el maltrato animal lo firmo si me dicen dónde.

Pero los pollos, los terneros y los cerdos habrá que seguir sacrificándolos, pienso yo, al menos hasta que todos nos hagamos veganos. Sin embargo, la propuesta más pintoresca es la de prohibir el consumo de Coca Cola en el Senado. Es lo que hacía Oliveira Salazar en Portugal. Pero entonces el salazarismo era una dictadura cuyos métodos están cayendo en desuso en el país vecino. En fin, ponerles condiciones a los senadores para que maten su sed como quieran, a mí personalmente me parece excesivo.

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