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MIRAR ATRÁS

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 24 de marzo 2017, 00:22

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El mayor peligro de contemplar el pasado no es el de convertirnos en estatuas de sal, sino el de contraer tortícolis. Lo que pudiéramos llamar 'revolución laica' es un intento de volver al mundo feliz de Aldous Huxley, que jamás trajo la felicidad. Ahora se habla de tecnología y del nuevo Huawei p10. Si supiera en qué consiste podría intentar explicárselo a los demás, para, de paso, comprenderlo. Toda mi larga vida he oído hablar de progreso. Nuestros mayores incluso escribían esta palabra con mayúscula, identificándola con mejoría, pero el mundo no es sólo cada vez más ancho y ajeno, sino más estrecho y más nuestro.

Holanda, tan ejemplarmente civilizada, se ha frenado para contener el ascenso populista. ¿A qué llamamos populismo? No es sólo la tendencia de algunos políticos a atraerse a las llamadas 'clases populares', porque esas siempre ocupan las localidades más baratas. Cuando algún líder dice que quiere mezclarse con el pueblo para conocer sus costumbres, seguimos preguntándonos dónde estaría para tener que mezclarse. Sartre se lo preguntó a mi paisano Cánovas, que ya nos advertía de que todo en política si no es posible es falso.

Vivimos en lo que Dámaso Alonso, que era un hijo de la ira que llegó a llevarse bastante bien con su padre, lamentó siempre. La irrestañable herida de España, después de la Guerra, que según el siempre ejemplar Julián Marías senior determinó una doble y duradera derrota. En sus palabras, «los injustamente vencedores» le ganaron a «los justamente vencidos», pero es una lata seguir mirando atrás y discutir si está bien o está mal retransmitir la misa en la tele. Somos muchos los que no entendemos ese conflicto en un país aconfesional. Se conoce que no sabemos de la misa la media. Ni la sabremos nunca mirando hacia atrás.

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