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EDITORIALES

Malas prácticas

Las conclusiones tras la visita encubierta de la CNMV a 450 oficinas bancarias obligan a adoptar nuevas medidas de inspección

PPLL

Miércoles, 1 de marzo 2017, 23:59

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La iniciativa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de recurrir al 'cliente misterioso' para testar la comercialización de productos financieros en 450 oficinas bancarias situadas en 20 localidades ha permitido al supervisor extraer conclusiones preocupantes sobre las prácticas que se desarrollan cuando está aun candente el escándalo de las preferentes. La CNMV ha constatado, gracias a esos 'clientes ficticios', que la comunicación verbal entre los empleados que comercializan productos financieros y sus clientes minoristas resulta equívoca, en tanto que estos pueden percibir como asesoramiento lo que no se registra como tal por parte de la entidad. Que se ofrecen fichas comerciales con un contenido impreciso o incompleto en lugar de los preceptivos 'documentos de datos fundamentales' que deben acompañar a los fondos de inversión. Que se omite o soslaya la información referida a costes y comisiones, llegando en algunos casos a exponer el marcador de riesgo de los depósitos bancarios tradicionales sin advertir de las incertidumbres que acompañan a los fondos de inversión. Todo ello junto al hecho de que la totalidad de estos últimos, ofrecidos en las 450 oficinas testadas, eran productos propios del grupo al que pertenecía el banco visitado. La CNMV ha dado cuenta a las entidades concernidas de las anomalías y carencias que presenta la comercialización financiera en sus oficinas, instándolas a corregirlas. El propósito de continuar recurriendo al 'cliente misterioso' puede contribuir a que los bancos mejoren en transparencia hacia sus clientes y en cuanto a la veracidad estricta de la información que transmiten al público. Pero se trata de una aproximación indiciaria a la realidad que no permite instruir ningún apercibimiento o incorporarlo formalmente a expediente alguno, de modo que obliga al regulador/supervisor a hacer más explícitas e ineludibles sus instrucciones de buenas prácticas a la hora de asegurar que el cliente sea informado de manera «imparcial, clara y no engañosa». Y le obliga a arbitrar medidas de inspección y a idear nuevas sanciones que se basen en la exposición pública de las irregularidades detectadas. También para evitar que el sector financiero sufra las consecuencias de una desconfianza indiscriminada que ensombrezca a todos los bancos independientemente de su particular proceder.

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