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EDITORIALES

Oposición a la oposición

Iglesias tiene nada menos que dos años, hasta las autonómicas y locales del 2019, para hacer lo que quiera antes del próximo examen

PPLL

Domingo, 19 de febrero 2017, 23:45

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La victoria de Pablo Iglesias sobre Íñigo Errejón en la segunda Asamblea Ciudadana celebrada por Podemos revela la disposición que prevalece en las bases de esa formación de alcanzar el cielo por asalto. Esa es la pulsión que comparte el 60% de los inscritos en Podemos, y a la que eventualmente podría apuntarse el 89% que votó a Iglesias como secretario general, dotándole de atribuciones con las que no cuentan los máximos dirigentes de las formaciones tradicionales. El reelegido número uno puede confundir un triunfo logrado a cara de perro en el seno de su partido como si constatara un liderazgo que alcanza al resto de 'la gente' a la que se dirige. Empezando por totalizar la representación del 100% de los inscritos a Podemos, como si el tercio que apoyó las tesis de Errejón fuese un aderezo prescindible. No es casual que Iglesias llevase meses insistiendo en que contaba con su segundo, mientras ninguneaba a los seguidores de éste. El resultado de Vistalegre II le permite orillar toda la contestación interna, moldeando el organigrama directivo a su medida e imagen. Las previsiones no cuentan con que Iglesias opte por una unidad pluralista en Podemos. Más bien se anuncia un cierre de filas consecuente con el clima de incompatibilidad personal y política que se ha desatado en vísperas del congreso. Visto el tono que ha adquirido el enfrentamiento entre 'pablistas' y 'errejonistas' es impensable que compartan la dirección de Podemos, ni siquiera corrigiendo las proporciones del resultado final -66% frente a 33%- a favor de los primeros. Tampoco parece probable que las tesis políticas defendidas por Iglesias, que contaron con un 56% de apoyos -a los que en términos de radicalidad podría sumársele el 8,9% de la corriente anticapitalista- vayan a ser atenuadas por el pragmatismo más institucional de Errejón. El Podemos de Iglesias no cuenta con nadie del resto del espectro político, y nadie podrá contar con él mientras rijan las conclusiones de Vistalegre II. Ya no hay dudas de que pretenderá ser la oposición a la oposición, sin concesiones ni renuncias de ningún tipo. Pablo Iglesias se ha librado de los contrapesos internos que frenaban sus ímpetus. Ahora tiene nada menos que dos años -hasta las autonómicas y locales de 2019- para hacer lo que quiera antes del próximo examen.

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