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RAJOY NO ES ZIDANE

Al presidente del Gobierno le ha faltado audacia para impulsar la refundación del PP cuando aún estaba a tiempo

JUAN CARLOS VILORIA @J_CVILORIA

Viernes, 1 de junio 2018, 00:54

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Zinedine Zidane se ha marchado dejando al Real Madrid en lo más alto cuando aún el club está a tiempo de renovarse, buscar un nuevo entrenador, refrescar la plantilla y poner proa al futuro sin los lastres del pasado. Es lo que tendría que haber hecho Mariano Rajoy cuando estaba a tiempo. La diferencia es que el entrenador blanco ha tenido la lucidez para darse cuenta de que el equipo andaba con todas las luces rojas encendidas pese a ganar la Champions. Y Rajoy no quiso admitir que sus últimos triunfos electorales y económicos tenían más que ver con la división del adversario y con la suerte que con la solvencia de PP. Zidane sabía que no volvería a eliminar al Liverpool, PSG o Bayern, porque la fortuna, sin un equipo renovado, no vuelve a llamar a tu puerta. Rajoy ha tentado mucho a la suerte fiado a la división de la oposición y a la capacidad de aguante de los casos de corrupción por el cuerpo electoral. Él si que ha sido 'amarrategui'. Le ha faltado audacia para impulsar una refundación del centro derecha mientras podía. Se había convertido en el chivo expiatorio de la crisis, de la corrupción, del fin del bipartidismo, de los pensionistas, de los funcionarios, de la memoria de la guerra civil. Y eso debía cortarlo con un cambio de liderazgo. El desiderátum del populismo, soluciones simples a problemas complejos, había entrado a saco en el relato político de la opinión pública española. Y, finalmente, llegar a la moción de censura con tu destino en manos del PNV es como jugar a la ruleta rusa. Hasta que el pulgar de los dirigentes de Sabin Etxea no se inclinó hacia abajo, Rajoy mantuvo durante su pugna dialéctica con Pedro Sánchez un tono ajustado a la gravedad de la situación poniendo encima de la mesa razones suficientes que avalan la vieja máxima de que «es peor el remedio que la enfermedad». Un presidente agotado, malo. Pero una moción de censura, sin un Gobierno alternativo creíble, en una coyuntura de profunda amenaza de secesión y con los Presupuestos recién aprobados para impulsar la reactivación, peor. Pero Rajoy pareció olvidar que en política lo imposible ocurre, lo absurdo prospera y los que se dicen amigos te clavan el puñal en la barra de la cafetería del Congreso.

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