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El PP pasa la página de Cospedal sin saber si hay más grabaciones de Villarejo

Los seguidores de la ex secretaria general reprochan a Casado que no saliera en su defensa y la dejara abandonada

RAMÓN GORRIARÁN

MADRID.

Viernes, 9 de noviembre 2018, 01:00

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La dirección del PP quiere «pasar la página» de Dolores de Cospedal a pesar de que subsisten muchos interrogantes cuya respuesta solo ella conoce. Pablo Casado y su equipo no quieren dedicar más tiempo al asunto ni siquiera responder a las frases del comunicado de despedida que consideran hirientes. Sobre todo la queja de que «un partido que no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él». Cospedal es «el pasado», apuntó un miembro del comité de dirección de los populares.

El líder de los populares no sabe si el excomisario José Villarejo tiene más conversaciones comprometedoras para su partido. La ex secretaria general no le informó si habló de algo más de lo que se ha conocido. «No ha trasladado que existan más reuniones» con el policía, admitió el vicesecretario de Organización, Javier Maroto. Con esa incertidumbre entre manos, la dirección del PP quiere enterrar la crisis a sabiendas de que corre el riesgo de la aparición de nuevos episodios que pongan contra las cuerdas al partido.

Casado quiere un punto y aparte, y como se ha hecho en esta ocasión, tampoco en el futuro «se va a tolerar ningún comportamiento que no sea ejemplar. Sea quien sea» el responsable de los hechos y se hayan producido cuando se hayan producido. El líder del PP, que participa en Helsinki en una reunión del Partido Popular Europeo, aseguró ayer que va a ser «absolutamente inflexible» con las conductas irregulares, sean o no delito.

Sáenz de Santamaría dice que vio «con distancia» la crisis vivida por su histórica adversaria

Maroto fue aún más contundente y señaló que espiar a un compañero, como plantearon Cospedal, su marido, y Villarejo con Javier Arenas, no es una actuación adecuada y no tiene disculpa que valga. «Ya no valen ni medias tintas ni medias palabras ni mirar para otro lado» y quienes no lo entiendan «no caben en el PP», advirtió el vicesecretario de Organización.

Los 'cospedalistas'

La renuncia al escaño en el Congreso y al asiento en el comité ejecutivo nacional fue, en general, bien acogida por los dirigentes del PP aunque un pequeño grupo de 'cospedalistas' exteriorizó su malestar. Algunos lo hicieron a cara descubierta y otros desde el anonimato. «Hoy es un día triste», apuntó el exministro del Interior Juan Ignacio Zoido. «Hay una sensación de tristeza», coincidió el extitular de Justicia Rafael Catalá. Ambos entraron el comité ejecutivo nacional del PP y presiden sendas comisiones del Congreso como parte del pacto que alcanzaron Cospedal y Casado para que la primera apoyase al segundo contra Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso del partido de julio pasado. Los dos también compartieron que la dimisión ha sido un rasgo de «generosidad» porque su jefa no cometió ilegalidad alguna.

Los que se escudaron en la privacidad fueron más tajantes y criticaron a Casado por forzar la salida por «la puerta de atrás» de Cospedal. «Se ha sentido sola y abandonada», se quejó un dirigente del equipo de la exsecretaria general, que también afeó a Casado «la frialdad» con la que ha tratado a la que fuera durante diez años la número dos del partido a la sombra de Mariano Rajoy. «Nadie de la dirección -es otra de las quejas- salió a decir ni una palabra en su defensa». Otros dirigentes cercanos a Cospedal se ahorraron las críticas a Casado y defendieron la renuncia porque así se evita ser «una apestada» en el Congreso.

La dirección del PP, de todos modos, está tranquila porque está persuadida de que estos reproches no van a ser el embrión de ningún grupo disidente ni nada parecido. La unidad detrás de Casado está garantizada, por el momento, después de las elecciones de Andalucía del 2 de diciembre ya se verá. El líder del PP se juega mucho en esa cita con las urnas, la primera desde que es el presidente del partido.

El contraste del día lo puso Soraya Sáenz de Santamaría, la rival más enconada de la diputada saliente. La exvicepresidenta tomó ayer posesión como nueva miembro del Consejo de Estado y, antes de la ceremonia, dijo que había seguido «con distancia» la polémica porque está retirada de la política y dedicado a otras tareas, como escribir, viajar y dedicar más tiempo a su familia. Sáenz de Santamaría ni se alegró ni se entristeció por el final de la carrera política de la que ha sido durante una década su adversaria principal. Aunque preguntada por la dimisión, dejó caer un «así es como tiene que ser».

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