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Los exconsejeros Ponsatí, Comín y Serret participan el domingo en un acto en Bruselas. :: S. LECOCQ / epa
El independentismo admite que no tenía ni mayoría ni proyecto para la secesión

El independentismo admite que no tenía ni mayoría ni proyecto para la secesión

Las diferencias entre el PDeCAT y ERC ahuyentan a los independientes de las listas electorales

CRISTIAN REINO

Miércoles, 15 de noviembre 2017, 00:42

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barcelona. Los portavoces del PDeCAT y Esquerra en el Congreso, Carles Campuzano y Joan Tardà, coincidieron ayer en pedir calma al electorado secesionista y admitieron que el soberanismo necesita ampliar su base social más allá del 50% de los votos, en las elecciones de 2015 se quedó en el 47%, lo que ha supuesto una de las principales rémoras del proceso soberanista. «Si esta mayoría no existe, Cataluña nunca será independiente», afirmó Tardà. Los secesionistas necesitarán «más tiempo» para «reforzar» las mayorías y deberán, además, «acompasar sus ritmos» a la realidad de los hechos, completó Campuzano.

Las prisas parecen aparcadas. Saltarse etapas fue un error y lo fue también, reconoció ayer mismo el exconsejero Toni Comín, ocultar la verdad a la ciudadanía. Cataluña no estaba preparada para dar el salto al vacío y así lo están admitiendo los actores principales del proceso, que prefirieron informar solo sobre los aspectos amables de la independencia para mantener a su electorado «cohesionado», en palabras del exconsejero de Salud.

El independentismo, en cualquier caso, se escuda en el argumento de que si no siguió adelante tras proclamar la secesión fue para no poner en riesgo a la ciudadanía. No menciona que no tenía las estructuras para poner en pie una república independiente.

Tardà, Campuzano y Comín dieron continuidad a las rectificaciones que los principales dirigentes secesionistas han hecho en los últimos días. Primero fue Carme Forcadell, quien acató ante el Supremo el 155 y dijo que la declaración de independencia fue simbólica, más tarde fueron la exconsejera Clara Ponsatí y la dirección de ERC. Carles Puigdemont completó el frenazo, abriendo la puerta a una solución alternativa a la secesión.

Culpas

La cascada de rectificaciones ha sumido al independentismo en el desconcierto y ya ha provocado serios roces públicos entre los que hasta hace nada eran socios, en privado las trifulcas han estado a la orden del día. El exconsejero Francesc Homs cargó ayer contra Esquerra porque se lanzó en tromba contra Puigdemont cuando se planteaba convocar elecciones. «Acusarle de traidor y ahora reconocer que no estábamos preparados es insólito y me quedo corto», apuntó.

La guerra entre republicanos y convergentes irá a más durante la campaña pero ya ha tenido consecuencias en las listas que se han quedado sin figuras independientes relevantes. Algunas de ellas, como Lluís Llach, el diputado estrella de Junts pel Sí en la pasada legislatura, ya ha confirmado que no repetirá, igual que Germà Bell y Oriol Amat. Otro que sonaba, Jordi Cuixart, en prisión, anunció ayer que no irá en ninguna lista y está por ver qué decide Jordi Sánchez, ubicado en la órbita del PDeCAT. Los exconvergentes reúnen hoy su consejo nacional para cerrar las listas. Entre otros, Puigdemont incorpora al constitucionalista Héctor López Bofill, al exdelegado de la Generalitat en París, Martí Anglada, el pedagogo Josep Maria Forné y a la lingüista Laura Borràs. El expresidente trata de ir más allá de su partido. No solo por el nombre de la lista, Junts per Catalunya, sino porque el cuartel general de la candidatura no estará en la sede de la formación, sino en otros locales de Barcelona y Bruselas.

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