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Lunes, 2 de abril 2018
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Los comités de defensa de la república (CDR), los grupos independentistas vinculados a la CUP y coordinados a través de asambleas locales que han cogido el testigo de la protesta en la calle, están el centro del debate político por sus últimas movilizaciones, que han radicalizado la movilización secesionista. Sus últimas acciones han sido levantar las barreras de autopistas de peaje durante la operación retorno de Semana Santa. Hoy, actuaron de nuevo en la C-32 a la altura de Sitges (Barcelona). «Hoy os podéis ahorrar los 40 minutos de costa: el peaje de la C-32 Castelldefels-Sitges ya hace años que está amortizado», anunció el CDR de la localidad de Begues.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional tomó este lunes cartas en el asunto e informó a través de un comunicado de que se han abierto investigaciones ante estas movilizaciones, «pues no puede obviarse el hecho de que con su actuar lo que se pretende es la subversión del orden constitucional». El Ministerio Publico señaló además que la deriva de las protestas en estos últimos días podrían constituir delitos de rebelión o contra el orden público. Estos actos «no serán permitidos y la Fiscalía, como garante del orden constitucional, actuará con contundencia contra los mismos para llevar a sus autores ante la Justicia», concluye el comunicado.
Las referencias al carácter supuestamente violento de las protestas independentistas adquieren una mayor importancia en un momento en el que está sobre la mesa la acusación de rebelión contra los dirigentes del proceso. El propio Puigdemont ha alegado en su primer recurso al Tribunal Supremo que el 1-O no hubo «ningún tipo de violencia» que justifique que se le acuse de rebelión. De ahí que desde el propio independentismo haya sectores que opinan que las actuaciones de los CDR, que han sustituido a la ANC en el control de las movilizaciones, no ayudan en la defensa de los dirigentes secesionistas, en tanto en cuanto las manifestaciones ya no tienen un tono festivo como antaño, sino que ahora son mucho más contundentes, como se pudo comprobar el día que fue detenido Puigdemont, el pasado 25 de marzo, en que la protesta acabó con escenas de Barcelona en llamas y un centenar de heridos.
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