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Puigdemont, junto a la secretaria general de ERC, Marta Rovira, con quien se reunió el pasado 9 de enero en Bruselas :: r. c.
Esquerra da un ultimátum a Puigdemont

Esquerra da un ultimátum a Puigdemont

Los republicanos se reúnen en Bruselas con el expresident para pactar una investidura «efectiva» y sin consecuencias penales

RAMÓN GORRIARÁN

MADRID.

Lunes, 5 de febrero 2018, 00:50

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Esquerra se ha cansado del juego de medias verdades y conceptos vagos y envió ayer una delegación a Bruselas para reunirse con Carles Puigdemont y pactar una investidura «efectiva» del presidente de la Generalitat. Un paso que requiere sí o sí que el líder de Junts per Catalunya dé un paso al costado y permita que otro dirigente de su formación sea el candidato. Puigdemont, después de dar signos de que arrojaba la toalla en los mensajes enviados a Toni Comín («Esto ha terminado. Nos han traicionado. El plan de Moncloa triunfa»), se ha rehecho y promete «no desfallecer».

Los republicanos esperaban que el aplazamiento del debate de investidura decidido por el presidente del Parlament, Roger Torrent, fuera una señal inequívoca a Junts per Catalunya de que debía cambiar de candidato. Pero sus cálculos fallaron. Puigdemont, que sabe que se la juega ahora o nunca, se niega a ser historia. La merma de los apoyos no ha desanimado al expresident y su núcleo duro, y Esquerra no se atreve a lanzar una ofensiva nítida y sin medias tintas porque se arriesga a llevar el sambenito de traidor a la independencia para los restos.

Es un paradójico cambio de papeles porque los republicanos tildaron a Puigdemont de traidor cuando el 26 de octubre amagó con una convocatoria de elecciones sin declarar la república -«155 monedas de plata», escribió el diputado de Esquerra Gabriel Rufián-. Ahora, la traición se ha dado la vuelta y ese papel lo ejercen los republicanos a ojos de amplios sectores del independentismo. Y es que si para Puigdemont es ahora o nunca, Esquerra no tiene esas urgencias con Oriol Junqueras en prisión y buena parte de sus líderes a la espera de juicio. ERC quiere empezar a gobernar, normalizar las relaciones con el Gobierno central y acumular fuerzas para que el movimiento secesionista pase del 47% de los votos a porcentajes indiscutibles.

La mayoría de los dirigentes secesionistas asumen que el expresident no puede ser investido

En ese terreno de juego, Esquerra envió ayer una delegación rodeada de misterio, como casi todos los pasos que se dan después de las elecciones del 21 de diciembre. El partido no quiso desvelar los nombres de los enviados a Bruselas, aunque algunas fuentes apuntaron que la misión está formada por nombres importantes pero sin relevancia pública, como Pere Aragonés, exsecretario de Economía y hombre de confianza de Junqueras, y Jordi Bacardit, jefe de gabinete de la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira. Por parte de Junts per Catalunya estuvieron Elsa Artadi, Marc Solsona y Albert Batet, entre otros.

La idea, señalaron en el partido republicano, es «negociar la manera de hacer posible una investidura efectiva que permita recuperar las instituciones». La reunión, que se celebró en un hotel, concluyó con «avances» aunque sin cerrar nada, señalaron fuentes conocedoras de lo tratado.

Esquerra quería conocer también «la fórmula» que dice tener Junts per Catalunya para que la investidura de Puigdemont no tenga consecuencias penales para el presidente y la Mesa del Parlament, así como para los diputados que la voten a pesar de las taxativas advertencias del Constitucional. «¿Cuántos presos valen un no presidente?, se preguntaba ayer el exconsejero y diputado de Esquerra Ernest Maragall.

Recuperar las instituciones

Unos interrogantes que muestran la tensión entre Junts per Catalunya y Esquerra, pero que no ha impedido que los contactos entre ambas formaciones para encontrar una salida al bloqueo sean constantes. «La predisposición de Esquerra para llegar a un acuerdo y recuperar cuanto antes las instituciones es y será total», insistieron fuentes de ese partido. Se trata, añadieron, de buscar una salida airosa al expresident, mantener la unidad independentista y empezar a gobernar. Rufián volvió a apostar ayer por la fórmula del «gobierno legítimo» en Bruselas y otro «ejecutivo» en Barcelona, una salida que no gusta en el entorno de Puigdemont.

El consenso de que el expresidente de la Generalitat no va a ser investido es, sin embargo, amplio dentro de los secesionistas y alcanza incluso a sectores de Junts per Catalunya aunque no lo verbalicen. Los apoyos de Puigdemont menguan y su guardia pretoriana se ha reducido a los 22 diputados independientes que incluyó en las listas de Junts per Catalunya, aunque cuenta con amplio respaldo entre los alcaldes y concejales y, sobre todo, dentro del independentismo de a pie, para el que Puigdemont se ha convertido en un símbolo al que respalda con fe ciega.

En su partido, el PDeCAT, sin embargo, se ha impuesto la línea posibilista que ahora abrazan Artur Mas, la coordinador de la formación, Marta Pascal, o el exconsejero de Economía Andreu Mas-Colell.

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