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MATEO BALÍN ENVIADO ESPECIAL
Jueves, 1 de febrero 2018, 00:44
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bamako. Malí vivió ayer uno de sus tres días de luto nacional por los 40 asesinados en la última semana. La heterogénea confluencia de grupos independentistas y terroristas en el desierto del norte y del crimen organizado -drogas, armas y tráfico de personas- en el este, un triángulo fronterizo con Burkina Faso y Níger, ha ganado terreno en los últimos meses. Hasta la polvorienta y populosa capital de Bamako, al sur, no se ha librado de los zarpazos del yihadismo y en sus calles se percibe mayor presencia policial de la habitual.
Se trata de la peor situación de un país clave en la región del Sahel, el patio trasero de Europa y de la seguridad del Mediterráneo, desde enero de 2013. Hace cinco años combatientes yihadistas de Ansar al Diner y de Muyao, con el apoyo de AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), se reagruparon tras la caída de Gadafi en Libia y llegaron a escasos 100 kilómetros de Bamako. Una circunstancia que provocó el urgente despliegue de tropas de la ONU (misión Minusma), de soldados franceses en la 'operación Serval' (Ahora 'Barkhane') y la creación de la misión EUTM-Malí, patrocinada por la Unión Europea.
El débil ejército maliense había sido barrido por la fuerza criminal y EUTM nació con el objetivo de formar y adiestrar a las tropas locales para que recuperaran el territorio perdido en gran parte del país, un vasto territorio 2,5 veces más grande que España, fronterizo con siete países y con 18,5 millones de habitantes.
En este escenario adverso, España asumió ayer el mando de la operación, formada por 600 militares de 25 países de la Unión Europea, 300 de los cuales los aportan nuestras Fuerzas Armadas. El general de brigada Enrique Millán Martínez recibió en una solemne acto la bandera de la misión a manos de su colega belga Bart Laurent. Millán, de 56 años y formado en la unidades de montaña de Aragón, Cataluña y País Vasco, llevará las riendas los próximos diez meses.
Su cometido será rematar la tercera fase del plan de adiestramiento de las tropas locales. Este operativo consiste en fortalecer las academias y escuelas castrenses en el centro y el sur del país. «La formación tiene que estar acompañada del fortalecimiento de las escalas de oficiales y suboficiales, conseguir líderes locales que eduquen a la tropa y que el reclutamiento alcance los 41.000 efectivos en 2019 frente a los 32.000 de la actualidad», explicó el general.
En el acto de relevo estuvo presente la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, que llegó a Malí tras pasar el martes por Gabón (una avería en su avión Falcon le impidió volar después a Senegal). En el cuartel general de EUTM en Bamako, un hotel reconvertido en un base, la ministra saludó al contingente español y después participó en la ceremonia de relevo junto a su homólogo belga Steven Vandeput (la estancia de Puigdemont en Bruselas pasó de puntillas).
«La misión adquiere mayor complejidad en este momento. Asumimos el mando con la intención de que ayudar a las tropas malienses a que el país no sea pasto del terrorismo y de la criminalidad y evitar que la inseguridad alcance a toda la región del Sahel», puerta trasera de Europa y de España, afirmó.
El Congreso autorizó hace unos días duplicar la presencia en EUTM-Malí hasta los 292 militares para reforzar la presencia en el cuartel de Bamako y la fuerza de protección en Koulikoro, base de adiestramiento a 60 kilómetros al norte de la capital. El coste del contingente aumentó a 88,5 millones de euros frente a los 72,9 del pasado año. Al tratarse de una misión no ejecutiva los militares desplegados no participan en actividades de combate, ni acompañan a las unidades malienses en sus operaciones.
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