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Puigdemont, en la manifestación del sábado. :: E. Fontcuberta / EFE
Elecciones lampedusianas:  urnas para que nada cambie

Elecciones lampedusianas: urnas para que nada cambie

Antes del 1-O, el independentismo veía peligrar su mayoría absoluta, pero la intervención puede darle alas

CRISTIAN REINO

BARCELONA.

Lunes, 23 de octubre 2017, 00:13

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Cerca del 70% de los catalanes están de acuerdo con la celebración de nuevas elecciones, según una encuesta publicada el pasado fin de semana por El Periódico. La cuestión es a quién podrían beneficiar unos comicios que el independentismo presentaría como «constituyentes» y las demás fuerzas asumirían como autonómicos. Son muchas las voces que creen que podrían dejarlo todo igual: mayoría absoluta de escaños para el secesionismo, pero no de votos.

Junts pel Sí obtuvo 62 de los 135 diputados en las pasadas elecciones, con el 39% de los votos. No está claro que la coalición vuelva a reeditarse. Esquerra lleva meses dando largas al PDeCAT, aunque los últimos acontecimientos, sobre todo la aplicación del 155, hacen cada vez más complicado que cada uno haga la guerra por su cuenta.

Un Junts pel Sí bis podría alejar el sueño de Oriol Junqueras de ser presidente de la Generalitat y podría obligar a Carles Puigdemont a reconsiderar su intención de no presentarse. En el ámbito secesionista, Puigdemont ha ganado mucho tirón y Junqueras ha ido deshinchándose. No obstante, las encuestas realizadas hasta la fecha dan una ventaja muy clara a ERC sobre el PDeCAT, que sigue sin candidato.

Desde hace tiempo, el independentismo tiene más o menos dos millones de votos, sobre un censo de 5,3 millones. Esta cifra se sitúa en el entorno del 40% del censo y solo tiene oponente con una alta participación, como la que se registró en el 27-S de 2015 (75%). Ese 40% se lo reparten entre las tres fuerzas secesionistas.

La tendencia en la CUP es de leve caída sostenida. La pugna, si fueran por separado, sería entre ERC y el PDeCAT. Los neoconvergentes son hasta la fecha los máximos damnificados del proceso. Tenían 62 diputados en 2012 y ahora hay encuestas que les dejan en 20. Deben decidir si apuestan por moderar sus posiciones (la vía Santi Vila) o insisten en el secesionismo radical. La senda moderada podría permitirles pescar el voto de los independentistas que le han visto las orejas al lobo y que se han asustado ante la fuga de empresas, la negativa contundente de la UE y la presión de la CUP.

El 48% del electorado del PDeCAT, por ejemplo, no es partidario de la declaración inmediata de independencia, según el sondeo de El Periódico. Pero está por ver cómo afecta el 155. Podrían polarizarse las posiciones, lo que beneficiaría aún más a Esquerra, que lleva meses como virtual vencedor con cerca de 40 escaños. Antes del 1-O y del 155, la mayoría absoluta secesionista estaba en peligro, pero la situación ha podido cambiar.

Polarización

En un contexto muy polarizado como el que hay en Cataluña, el voto 'españolista' se lo lleva de calle hasta la fecha Ciudadanos. Inés Arrimadas es la líder de la oposición y todo hace indicar que podría seguir siéndolo. Aunque podría perder posiciones respecto al PP, que está vez sí ha dado un puñetazo en la mesa y ha actuado con firmeza, como le pedían los suyos, y no como en el 9-N de 2014, en el que sectores del PP catalán se sintieron abandonados por el Gobierno central.

A diferencia de lo que ocurre en el ámbito nacional, en el que Cs trata de adelantar al PP por la derecha, en Cataluña, Arrimadas ha optado por ampliar la base ciudadana a base de hacer guiños a antiguos votantes de Convergència hastiados y desencantados por el proyecto soberanista. Está por ver si insiste con este tímido intento de catalanizarse entre sectores de pequeños empresarios y profesionales liberales. Cs ronda los 25 escaños y el PP, la docena.

El PSC y Catalunya en Comú se mueven en un mundo de grises que les puede pasar factura dado el actual clima político. Los socialistas parecían estar en una tendencia positiva, pero el 155 puede acarrearles disgustos.

El sector liderado por Nùria Parlon, que ya el sábado presentó su dimisión a la ejecutiva de Pedro Sánchez, amenaza con una escisión. Sería la enésima en el PSC, que ya sufrió la fuga de los más catalanistas en 2014.

Miquel Iceta se ha consolidado como líder, ganó puntos entre su electorado tras el terremoto vivido en el PSOE y lleva meses perfilando una candidatura que pudiera atraer no solo al votante de izquierdas no soberanista, sino también a catalanistas moderados, atemorizados por la deriva rupturista de la Generalitat. Se mueve entre 16 y 20 escaños.

El caso de Catalunya en Comú es distinto. Los comunes bailan a caballo entre los secesionistas y los constitucionalistas. No quieren que se les encasille en ninguno de los dos sectores, por lo que les llueven críticas de ambas partes. Tras el 1-O, los encarcelamientos de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez y la aplicación del 155, los dirigentes de Catalunya en Comú han cerrado filas con el secesionismo, lo que tiene su riesgo, porque su electorado podría huir hacia esas posiciones.

El planteamiento 'outsider' del sector de Podemos liderado por Albano Dante Fachín también invita a los votantes de la izquierda alternativa a sumarse al independentismo. Catalunya en Comú parecía el enemigo a batir por Esquerra, pero podrían haberse frenado. Están en torno a la quincena de escaños.

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