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Cifuentes con Garrido en un pleno de la Asamblea de Madrid el pasado abril. :: mariscal / Efe
Cifuentes alivia al PP con la renuncia a su escaño en la Asamblea y el adiós a la política

Cifuentes alivia al PP con la renuncia a su escaño en la Asamblea y el adiós a la política

Rajoy se reafirma en que la expresidenta «dimitió bien», pero pone a salvo su gestión al frente de la Comunidad de Madrid

NURIA VEGA

Miércoles, 9 de mayo 2018, 00:27

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madrid. Cristina Cifuentes puso fin ayer a tres décadas de carrera política. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, que llegó incluso a figurar en las quinielas como candidata a la sucesión de Mariano Rajoy, se deshizo a primera hora de ayer de la última de sus responsabilidades públicas y renunció a su escaño como diputada en la Asamblea autonómica. La entrega del acta la despoja de su condición de aforada ante el Tribunal Superior de Justicia de la comunidad, la priva de la retribución oficial y da un respiro al PP, que temía no poder terminar de pasar la página de un escándalo que ha sorprendido al partido en tiempos de desánimo.

Ya no estará sentada en la Cámara autonómica cuando llegue el momento de votar la investidura de Ángel Garrido. Lo que no deja de ser otro motivo de tranquilidad para los conservadores. Aunque el PP había evitado apremiar a la expresidenta a abandonar el grupo parlamentario, hacía días que los populares consideraban conveniente un paso atrás definitivo. «Por el partido, que no soporta más desgaste, y por ella, que lo está pasando mal», argumentaban siempre en privado. Del mismo modo, en el entorno de la expresidenta madrileña daban por sentado que no se aferraría al escaño.

Muchos recomendaron a su compañera de filas «retirarse del foco». Fue el caso de Rafael Hernando, el portavoz del PP en el Congreso, que, zanjada ahora la polémica, reclamó ayer que se respete la «intimidad» de la exdirigente popular: «Yo le pediría a todos que acaben ya con el escarnio público, que la dejen tranquila». De momento, Cifuentes tendrá que valorar si solicita su reincorporación a la plaza de funcionaria que mantiene en la Universidad Complutense de Madrid, donde es miembro del cuerpo de técnicos superiores del centro. Una vuelta que en su entorno, sin saber lo que decidirá, no terminan de ver.

Una despedida lenta

La despedida ha sido larga. Trece días han pasado desde que saliera a la luz el vídeo del hurto en un supermercado que hizo insostenible la continuidad de Cifuentes. Y trece días ha tardado la exdirigente autonómica en retirarse. La misma mañana en la que se supo del episodio de los cosméticos sustraídos en un supermercado, se vio obligada a dejar la Comunidad de Madrid. Mariano Rajoy dio instrucciones de que todo quedara resuelto antes de que el Gobierno en pleno se reuniera en el Congreso para participar en el debate de totalidad de los Presupuestos, y al filo del mediodía la expresidenta compareció para anunciar su dimisión. Conservó, eso sí, el liderazgo del PP regional hasta el pasado viernes.

El jefe del Ejecutivo, interrogado ayer en el Senado por este asunto, coincidió con la oposición en la necesidad de la marcha de Cifuentes. «Dimitió bien», replicó a Podemos en la sesión de control. Eso sí, Rajoy dejó la polémica circunscrita al ámbito personal y puso a salvo la gestión del Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid.

Fuentes gubernamentales admiten el daño que la crisis ha generado en el PP y, por extensión, en el Ejecutivo. Entienden que la caída de dos puntos largos que registra el último barómetro del CIS se debe en gran medida al caso Cifuentes. Pero, además, cada conflicto es «terreno que se concede a la oposición». El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, se apuntó hoy el tanto. El senador de Podemos Ramón Espinar aprovechó para elevar responsabilidades. «Usted no ha hecho nada respecto a la corrupción de su partido en Madrid -espetó a Rajoy- porque no tiene legitimidad para hacerlo tras aparecer en los papeles de Bárcenas».

Su pregunta sobre si el vídeo del robo en el supermercado partió del PP, quedó el aire. El presidente optó por contraatacar con el antiguo caso de la beca de Íñigo Errejón o las pugnas por el liderazgo en Podemos. La remontada está en juego.

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