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Campos de viñedos rodean la localidad barcelonesa de Sant Sadurní d'Anoia, la capital del cava. :: JOSEP LAGO / afp
El boicot es mal caldo de cultivo

El boicot es mal caldo de cultivo

La capital del cava trabaja a destajo para vender su producción, con la vista puesta en mercados alternativos al español

PASCUAL PEREA

BARCELONA.

Sábado, 9 de diciembre 2017, 00:39

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Lo primero que salta a la vista al apearse del tren en Sant Sadurní d'Anoia son las palabras 'Cavas Freixenet' enmarcadas en racimos de uvas y copas rebosantes de espumoso. El enorme mural de azulejos decora la fachada modernista del primer fabricante nacional de cava, que rezuma poderío flanqueada por cipreses y banderas. Al otro lado del río Lavernó, en la salida norte de la localidad, las bodegas Codorníu destilan solera; no en vano es la empresa familiar más antigua de España, fundada en 1551. Pese a sus sólidos cimientos, ambas sufren desde hace meses en el ojo del huracán: el temor a un boicot del mercado español les ha obligado a desmarcarse del 'procés', aunque eso les acarree las críticas de buena parte de los catalanes. Codorníu intentó apagar el incendio trasladando su sede social a La Rioja, mientras el presidente de Freixenet, Juan Luis Bonet, no ahorraba descalificativos a los independentistas. En ambas bodegas el mutismo es absoluto. «No hacemos comentarios». Es comprensible, se juegan mucho esta Navidad.

Como las otras ochenta bodegas de la localidad. La capital del cava, de la que salen nueve de cada diez botellas de la producción nacional, burbujea estos días con febril actividad: vecinos y foráneos temporales cargan furgonetas y camiones para repartir por todo el mundo el detonante de la chispa navideña. Pero bajo la superficie de este pueblo próspero rodeado de viñedos del Alt Penedés, donde no existe el paro, subyace algo más que el caldo que envejece y toma cuerpo en un dédalo de túneles y cuevas. Hay, también, un profundo resquemor.

«A pesar del boicot bestial de España al cava catalán, no damos abasto», cuenta Ton Rosal mientras maniobra el 'toro' para meter un palé hasta arriba de cajas en una camioneta aparcada a las puertas de Cavas Mestres, una bodega «tirando a pequeña» que produce cada año unas 200.000 botellas. «Claro que si ahora no tenemos trasiego, usted me dirá. El boicot no es nuevo, lleva ya unos cuantos años. Lo bueno es que nos ha obligado a abrirnos a otros mercados y ahora vendemos mucho en Inglaterra y Estados Unidos. Hemos vivido, como decimos los catalanes, 'al rovell d'ou', protegidos en la yema del huevo, y eso ya no es así». Por suerte, cuenta con tres armas infalibles para conquistar otros paladares: macabeo, xarel·lo y parellada, las variedades de uva que combina para construir sus caldos.

Mientras Freixenet y Codorníu callan, los pequeños bodegueros se sienten perseguidos LAS OPINIONES «Es una postura estúpida, que no beneficia a nadie. Mucho mosto para el cava viene de otras regiones» «El mayor enemigo de Cataluña es la propia Cataluña, que está partida en dos»

«Percibo un rechazo brutal»

«Es un boicot un poco estúpido, que no beneficia a nadie», razona el joven Pau Mascó, que el próximo otoño empezará a estudiar enología. «Mucho del mosto que usamos para hacer cava se compra fuera de Cataluña, aquí no hay suficientes viñas para todo lo que producimos. Y la mayoría va a la exportación. Mire, la familia de la ministra Dolors Montserrat tiene una empresa de logística aquí en Sant Sadurní, y nadie la boicotea. Algunos de mis amigos son de fuera, el padre de éste -señala a uno de ellos- es guardia civil, y la convivencia es muy buena. Siempre con moderación, sin rencor ni faltar al respeto».

En la bodega Giró i Giró, Ramón Giró supervisa el proceso de degüelle mientras prepara la partida de cava que piensa llevarse mañana (por el jueves) a Bruselas. No es un viaje de negocios -aunque aprovechará la ocasión para vender unas cajas, «como buen catalán»-, sino para participar en la manifestación de apoyo a Carles Puigdemont, «que es mi presidente y me lo han destituido por la cara. Quiero reivindicar nuestra dignidad».

No será el único del municipio, de donde saldrán dos autocares hacia Bélgica para dar «apoyo moral» al expresident. «Estoy harto de tener que justificame por ser catalán cuando viajo por España, de percibir un rechazo brutal a una forma de ser o de hablar», dice. Su bodega, de 60.000 botellas, exporta a toda Europa y Estados Unidos, así que el boicot le preocupa poco.

Ramón estudió para farmacéutico porque su padre no quería que siguiera los pasos del abuelo Jaume, que fundó la bodega en 1926. Pero cuando empezó a vendimiar para pagarse la carrera supo que el cava corría por sus venas, así que hace diez años optó por convertir su pasión en modo de vida. Una colección impresionante de premios avalan que la decisión fue correcta. «Hago cava porque estoy convencido de que abre caminos de felicidad», asegura. «Mi trabajo me permite regalar fiesta, alegría. La magia del descorche no la tiene el vino. El cava es un vino de coupage, y aquí tenemos la suerte de tener unas variedades fantásticas». Capaces, incluso, de competir con el champán. «Estamos haciendo bien las cosas. Tenemos buen futuro».

El de Cataluña, en cambio, lo ve más turbio. «Todo parece bastante igualado. Es como este pueblo, que siempre ha estado dividido por la mitad entre derechas e izquierdas, y ahora lo está entre independentistas y españolistas. Hasta que no se sienten a dialogar... y no lo van a hacer porque no les interesa, habrá que buscar otros caminos».

Volviendo al cava, este año la cosecha ha sido mala, «no en calidad sino en cantidad», matiza mientras se sirve una copa de su Selecte Gran Reserva Brut Nature, que olisquea con delectación antes de llevárselo a la boca.

-¿Cuáles son los secretos del buen cava?

-Buenas uvas, buenas manos y poca cosa más. Eso y la experiencia, el instinto y el olfato que te ayudan a tomar decisiones acertadas. A veces lo importante es identificar a tus enemigos.

-¿Cuál es el enemigo del cava?

-La cerveza, desde luego. En un futuro, es probable que los chinos.

-¿Y el de Cataluña?

-Igual es la propia Cataluña, que está partida en dos.

de cada cien botellas del cava español son de origen catalán. Sin embargo, las ventas del producido en otras regiones, como Extremadura, La Rioja o Valencia, han aumentado un 30% en el último año, impulsadas por el boicot.

de cada cien botellas de cava van destinadas al mercado exterior, con fuertes crecimientos.

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