LA BALANZA OXIDADA

Sólo hay una cosa que es mejor que pedir justicia, que es no pedir nada. Hemos imaginado a esa alta deidad como una señora con los ojos vendados, pero es capaz de hacer guiños. Están creciendo ahora las discrepancias sobre la pena que puede caerle a Urdangarín, que puede ser excesivamente penosa para eso que en las esquelas se llama como 'familia y demás parientes'. Una de las jueces que juzga el caso clínico se opone a la sentencia, al considerarla muy favorable para el marido de la infanta Cristina, que al mismo tiempo que hizo su suerte edificó su desgracia. La gente está ligeramente harta de que les digan que la Justicia, con mayúscula, es igual para todos, y desea comprobarlo en este caso concreto. ¿Tendría los mismos partidarios y los mismos abogados partidistas si en vez de tener sangre azul, lo que no deja de ser una anomalía, la tuviera colorada, que es el color más corriente? Se trata ahora no sólo de llevar razón, sino de saber quiénes la han llevado hasta demasiado lejos y ya no saben dónde está.

Hay que partir de lo comprobable, que es anterior a las estadísticas, y sería una casualidad que eso que llamamos justicia, aunque sea con minúscula, fuese igual para todo los reos, pero hay que hacerse ilusiones, ya que nadie nos las da hechas. A ver qué dicen los letrados, porque la letra con sangre entra. La crisis en el tribunal de Nóos ha provocado la división de las señoras magistradas, que va a desembocar, como es costumbre española, en una prórroga. Vamos a dejarlo para luego, hasta que las cosas se aclaren y las más turbias se vuelvan transparentes. Cualquier historia es solo media historia cuando la cuenta una de las dos partes. Este dicho es universal, pero tiene variantes en todas las naciones. La gente está dividida oficialmente: unos piden que Dios salve a la infanta y otros se limitan a pedir que Dios la salve de sus salvadoras, que lo están haciendo muy mal, a juicio de los jueces, que también son parte fundamental de la balanza. Según sus inclinaciones.