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JAVIER GALILEA
Lunes, 9 de octubre 2017, 14:41
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En plena madurez, el DS5 continúa abriendo brecha estética no solo respecto a sus populares 'primos' de Citroën, sino ante cualquier propuesta de marcas selectas. Bajo la denominación Performance Line, incorpora detalles inéditos, más equipamiento y la posibilidad de escoger un motor diésel potente, limpio y agradable de usar.
Concebido para no dejar indiferente, el DS5 llegó al mercado hace cinco años con la misión de rematar por la parte superior a la escueta gama de vehículos selectos que Citroën comercializaba bajo el evocador nombre 'DS'; el modelo más icónico de la marca y a la postre, mejor coche del siglo XX por consenso generalizado de la prensa.
Nunca fue un coche de volumen, pero está claro que además de poco visto, el aspecto entre futurista y crossover, le ha hecho llegar en plenas facultades al momento en el que DS como marca independiente, opera con autonomía.
A finales del año pasado, el modelo recibió una actualización estética en el frontal (calandra, logotipo DS más prominente, paragolpes y faros) y una necesaria puesta al día del sistema de comunicaciones y entretenimiento, que además de ganar en fluidez y ser capaz de replicar la pantalla de móvil (Android o iOS), consiguió reducir la generosa cantidad de botones a la vista. Se mantuvieron inalteradas las extraordinarias butacas, su envolvente consola central, una selección de materiales claramente superiores a los propios de la actual gama de Citroën, y llegó un nuevo color "Encre blue".
Bajo la nueva denominación comercial Performance Line, el DS5 simplifica con un envido a grande el escalonamiento de la gama. Llamativas llantas negras de 19 pulgadas, adornos en las tapas de los espejos y en el alerón trasero, y piel vuelta cosida con vistosos pespuntes rojos, se pueden conseguir ahora sin tener que profundizar en la lista de extras. También son de serie los faros que combinan Xenon, LED y función direccional, y que proporcionan una visión nocturna realmente destacable, y el techo cockpit, que dibuja sobre las cabezas de los pasajeros delanteros una visión pretendidamente aeronáutica, con una hilera de mandos enmarcados en dos pequeños techos solares independientes, sin apertura.
Rodador de largo recorrido, con un buen confort de suspensión (pero no tan bueno como el del extinto C5 del que tomaba base) y un aislamiento acústico excepcional, el DS5 se presta a una elección de motor diésel con mucho par, y mucha potencia: el Blue HDI 180 que hemos probado. Con una potencia respetable, de 181 caballos, son los 41 metros kilo de par constantes desde las 2000 vueltas los responsables de que se sienta lleno de fuerza. Una sensación a la que colabora el cambio automático tradicional de seis relaciones, por convertidor de par, infinitamente más suave que los cambios pilotados y mejor adaptado al motor que ningún cambio automático del grupo PSA hasta su llegada en 2015. Ah! Y tranquilos con su catalogación: sin necesidad de añadir aditivos y por acción de su trampa de partículas, este motor está catalogado con una estupenda 'C' por la DGT.
Impactante, confortable, bien equipado y realmente exclusivo por lo poco visto, el DS5 con el motor diésel más potente resulta una interesante alternativa a las mismas y repetidas propuestas de los grandes grupos europeos.
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