
Richi Arambarri | CEO de Vintae
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Richi Arambarri | CEO de Vintae
«Rioja no volverá a ser una DO de 65.000 hectáreas, al menos a medio plazo, pero tiene mucho futuro»A sus 23 años, Richi Arambarri se vio obligado en el 2008, en plena crisis financiera y del sector inmobiliario – de donde provenían la mayoría ... de los recursos económicos de su familia (Aransa)– a asumir el negocio vitivinícola familiar: «Mi padre, afortunadamente ahora muy recuperado, sufrió un ictus y, por un lado, fue agobiante no poder contar con él, pero por otro asumimos unas bodegas que eran un lienzo en blanco. Éramos jóvenes y atrevidos, y hablo en plural porque el apoyo de mi hermano José Miguel ha sido clave y la historia de Vintae no se concibe sin Raúl Acha –director técnico y accionista– . Quizás cometimos errores por esa juventud, pero estamos orgullosos de haber puesto nuestro granito de arena en demostrar que el vino también podía ser divertido y contribuir a que no sea una bebida exclusivamente para disfrutar en una mesa».
Vintae nació en una crisis pero, a partir del año 2015, lo que quizás no vio Rioja, sí supo avistar esta joven compañía que encaminó sus vinos hacia el valor y la contención del volumen. Con un crecimiento espectacular antes y después de la pandemia, es hoy una de las grandes compañías vitivinícolas del país con una facturación en el entorno de los 40 millones de euros:«Ese cambio de posicionamiento, con Hacienda López de Haro y con nuevos proyectos como Viñedos El Pacto, la colección Classica y Pandemonium nos predispuso hacia un consumo menor pero de más calidad, todo ello por supuesto sumado a muchísimo trabajo y a un equipo extraordinario», explica.
– ¿Qué queda de aquel Vintae 'rompedor' para el que el marketing era importantísimo?
– Mucho. Éramos un equipo muy joven entonces, ahora ya no tanto, así que somos un poco menos atrevidos, pero para nosotros el marketing sigue siendo importantísimo, aunque tenemos claro que no hay marketing posible sin buenos productos detrás.
– ¿Qué marca el punto de inflexión de Vintae?
– Quizás fue el año 2015. Ya teníamos experiencia y decidimos repensarlo todo. Estuvimos elaborando vino en Chile y a punto también de abrir una bodega en California, pero, afortunadamente, paralizamos todo y decidimos centrarnos en donde éramos fuertes: Rioja, con Hacienda López de Haro, Toro, con Matsu, Ribera del Duero, con Bardos, y Navarra, con Aroa. Ese cambio de posicionamiento con Hacienda López de Haro, al que luego siguió Viñedos El Pacto, la apuesta por los vinos de largo envejecimiento con la gama Classica y los espumosos de Pandemonium nos ha llevado hacia un segmento de más valor. De 2015 a esta parte hemos pasado de facturar 15 millones a 40 y no ha sido por crecimiento en volumen.
– ¿Hubo momentos críticos en la compañía?
– Por supuesto, en 2008 sin ir más lejos. Estamos muy agradecidos a las familias de viticultores de San Vicente y de la zona que nos vendieron las uvas y aguantaron nuestros problemas financieros de entonces. En 2015 tuvimos que dar entrada a un socio, un fondo de inversión aunque sin perder la mayoría, pero desde 2021 recompramos todo y volvemos a ser 100% familiares, con las acciones también de algunos de los trabajadores y capital 100% riojano.
– ¿Le hacen hoy muchas llamadas de fondos de inversión interesados en la actualidad?
– Bastantes, acabo de cumplir 40 años y no tengo la mínima intención de jubilarme (risas)... Vintae es un proyecto riojano de casi cien personas, creo que muy bonito y vamos a seguir trabajando.
– Vintae creció en la Sonsierra con Hacienda López de Haro. ¿La gran apuesta ahora es el Najerilla con El Pacto?
– Son complementarios. La diversidad es una de las grandezas de Rioja. Mi padre es de Badarán pero, para hacer vinos tintos, no se daba hace unas décadas por el clima. Apostó por San Vicente, por la Sonsierra, y es curioso que ahora somos nosotros los que hemos vuelto a Badarán, a Cárdenas y al Alto Najerilla, el pueblo de mi padre y donde hacía vino mi abuelo. La gente se queda alucinada con este paisaje y con esta viticultura, que nada tiene que ver con la margen izquierda del Ebro, pero que ofrece también unos vinos de calidad extraordinaria con las garnachas y los blancos. Hay gente, como Juan Carlos Sancha y otros más, que ya apostaron hace años por el Alto Najerilla y estamos convencidos de su recorrido. Lo mismo sucede con el proyecto Pandemonium de espumosos en una zona muy fría, en la Sierra de la Demanda, que, aun siendo muy pequeño en volumen, creo que acabará aportando mucho a Vintae y a esos pueblos, como Grañón o Villaverde donde siempre hubo viña, pero ahora no están amparados por Rioja. Antes hacíamos más ferias y ahora, con una distribución ya consolidada, estamos apostando mucho por traer a nuestros distribuidores, prescriptores y clientes a este valle con historia del vino y de la lengua y se quedan totalmente sorprendidos.
– ¿Es un concepto similar al Vintae Wine Fest, enseñar el territorio para disfrutar?
– En parte sí. El Wine Fest describe muy bien la evolución de Vintae. Lo que nació como una fiesta de amigos por mi cumpleaños se ha convertido en un evento en que casi mil personas vienen todos los años a disfrutar y del concepto tradicional de consumir vino durante todo el día. Comenzamos como una fiesta desenfadada y ahora contamos con el apoyo y colaboración de los restaurantes con estrella Michelin de La Rioja. Se ha generado una comunidad de fanáticos del vino de Rioja y de San Vicente. Como anécdota, el pasado 28 de diciembre comunicamos en redes que íbamos a hacer un Wine Fest en invierno, con nieve, y ya hubo gente que se apresuró a reservar estancia en San Vicente sin pararse a pensar que era una inocentada.
– Me hablaba de Pandemonium y de los espumosos. ¿No tienen ustedes límites geográficos?
– Somos Rioja, y la defendemos a muerte, pero también estamos en Ribera del Duero, en Toro y en Navarra. Pandemónium era, de hecho, una apuesta de mi padre, por hacer espumosos en esa zona alta y fría. Grañón hace mil años era uno de los pueblos con más viñedo de la zona, pero más cerca del siglo XX, quizás por décadas bastante frías, el cultivo se fue sustituyendo y no fue reconocido por la denominación. Queremos hacer espumosos de talla mundial, y con Pedro Balda y Raúl Acha lo estamos consiguiendo. Ojalá se sume más gente. No será DOCa Rioja, pero es La Rioja y las oportunidades están ahí.
– ¿Por qué Ribera del Duero ha desplazado a Rioja en restaurantes y barras, sobre todo de la zona centro y sur del país? ¿Podemos reposicionarnos?
– Por supuesto. Ribera está yendo muy bien, pero también otros vinos locales hacen mucha competencia. Ahora bien, yo pienso que hay consumidores, y lo vemos con nuestros vinos, que están volviendo a Rioja porque damos más calidad por el mismo precio. Con Ribera, hubo también un tema de novedad y eso son modas. Hay bodegas líderes allí que hacen las cosas muy bien, pero pienso que Rioja tiene un perfil de vinos más frescos por sus características naturales que gustan al mercado actual. Quizás estaban llegando a las barras vinos de Rioja que no se asimilaban a ese estilo pero la nueva brisa de aire fresco sí gusta al consumidor. La tendencia hacia vinos más frescos quizás no pilló un poco con el pie cambiado, pero se puede revertir en el futuro.
– ¿A ustedes les ha ido bien tras la pandemia?
– La verdad es que sí. En 2020, cuando el mundo se nos venía encima con los confinamientos, nos pusimos las pilas, con una campaña muy bonita para la reapertura de la hostelería y fuimos muy activos en redes y venta 'on line'. Tenemos un buen equilibrio de las ventas en retail, hostelería e internet y fuimos capaces de crecer un 2% en el año de la pandemia. 2021 nos fue muy bien y desde hace tiempo sin crecer en volumen, estamos haciéndolo muy bien en valor, con nuevas apuestas como El Pacto, con los vinos de largo envejecimiento de Classica y el pequeño proyecto de Pandemónium.
– ¿Y Rioja?
– Cuando se está en el barro se ve todo negro, pero Rioja, aunque no va a volver al menos a medio plazo la denominación de 65.000 hectáreas, o de los 400 millones de botellas, tiene mucho futuro.
– ¿O sea, que sobra viñedo?
– Es una realidad. Si miramos la historia a largo plazo, Rioja ha tenido etapas de crecimiento en superficie y de decrecimiento. Para mí, la parte positiva de la crisis actual, aunque no deja de ser un drama, es que lo bueno, la calidad, sí tiene demanda. Por ejemplo, hace 20 años vender producciones limitadas a cupos por encima de 50 euros era ciencia ficción. Nosotros, y lo digo con toda la humildad, lo hacemos con Classica y hay otras bodegas que llevan tiempo haciéndolo en Rioja. En el caso de Classica, es curioso pero son los vinos de gran reserva como Castillo de Ygay de Murrieta, Prado Enea (Muga) o los de La Rioja Alta los que más han crecido en valor en los últimos quince años. Hay un nicho, pequeño pero que ha crecido, para esos grandes vinos y Rioja debe estar ahí.
– Vintae le da a todos los palos, también al vino sin alcohol. ¿Es el futuro?
– Nuestra estrategia es hacer grandes vinos, pero la innovación forma parte de nosotros. Le Naturel Zero-Zero lo lanzamos hace ya tres años, en 2021, y fue una apuesta por un segmento nuevo tras varios años de prueba. Hemos experimentado también con latas y no nos convenció, pero en el caso del vino sin alcohol el avance en la tecnología nos permitía hacer un producto competitivo. Evidentemente, no es para Rioja, que es una DO prestigiosa y con historia. El futuro no es el vino sin alcohol, pero hay un nicho y tenemos a Pedro Balda, que es un fenómeno y está investigando espumosos sin alcohol. Somos innovadores pero está claro que Rioja es origen y eso no es el vino sin alcohol. Espero que nadie se equivoque con esto.
– ¿Y cómo están en Toro, Ribera y Navarra?
– Consolidando proyectos. Matsu ha sido un auténtico éxito, y de hecho tenemos una producción muy similar a Hacienda López de Haro [unos 2,5 millones de botellas en cada gama], en Ribera estamos apostando por la zona soriana y construyendo una bodega, y en Navarra, con Aroa, estamos más abiertos con Le Naturel a las innovaciones, pero también estamos apostando muy fuerte por la garnacha y la producción ecológica.
– ¿Con cuántas referencias trabajan?
– Bufff, una locura. No las cuento, pero quizás 80..., para no aburrirnos (risas).
– Han pisado unos cuantos callos en el mundo del vino. ¿Se siente respetado en el sector?
– En los comienzos éramos seguramente demasiado irreverentes, más atrevidos y con menos conocimiento, pero al final el mercado habla y nuestros vinos también. Quizás antes nos miraban con más escepticismo y ahora con más curiosidad, pero siempre se nos ha respetado.
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