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María Pascual, en su establecimiento de la calle María Teresa Gil de Gárate. SONIA TERCERO
Las telas de las que nacen las almazuelas
Tengo una tienda | Mastelas

Las telas de las que nacen las almazuelas

María Pascual vende tejidos en su comercio de la calle María Teresa Gil de Gárate

Sábado, 27 de abril 2024, 14:18

El 30 de octubre, Mastelas cumple treinta años, los últimos catorce de la mano de María Pascual. Su madre, María Luisa Gutiérrez, abrió la tienda hace ya casi tres décadas porque venía de trabajar en el sector textil y también para disponer de surtido de telas suficiente con las que poder confeccionar sus almazuelas, cuenta María Pascual.

Porque esa es la especialidad de la casa, los tejidos con los que realizar almazuelas, en muchos casos auténticas obras de arte a base de combinar trozos de distintos colores, si bien también dispone de un sinfín de telas para confeccionar todo tipo de prendas.

LA TIENDA

  • Dónde El establecimiento de María Pascual se encuentra en la calle María Teresa Gil de Gárate 19.

  • Qué Mastelas tiene todo tipo de telas para la confección, si bien para almazuelas cuenta con colecciones específicamente diseñadas para ello. También posee otros materiales específicos para realizar pachtwork, tal como el cúter giratorio, la base para cortar o las reglas.

Estos días se pueden contemplar, en el comercio y también en el perfil de Facebook del establecimiento, dos de las piezas de pachtwork –el nombre que reciben las almazuelas en cuanto se traspasan las fronteras riojanas– que se han llevado en marzo desde aquí al Festival Internacional de Sitges 2024, un certamen que se celebra desde hace 25 años y que en todas sus ediciones ha tenido piezas logroñesas. Una de ellas, la de María Luisa Gutiérrez, ha llegado con premio y junto a la misma luce su escarapela acreditativa. La otra, de Carmen Arranz, también espectacular a base de mezclar varias técnicas, luce en el escaparate de Mastelas, en la calle María Teresa Gil de Gárate.

Relata María Pascual cómo su comercio ha ido creciendo con los años y que a la primera parte, la que ahora tiene dedicada a las colecciones de algodones americanos de mil colores que combinan entre sí diseñados especialmente para almazuelas, hubo que añadir otra parte tan amplia o más que la primera para el otro objetivo de la tienda, las telas para la confección. Allí tienen cabida todo tipo de tejidos, todo aquel que ella ve bonito y con salida. No faltan panamás, luganas o linos, que aún queda quien se dedica a labores como las vainicas.

¿Las calidades? Superiores porque trabaja con casas buenas, indica. Muchos proveedores lo son desde el principio, aunque algunos se han ido jubilando, señala ella. Y lo que no se ve en el comercio, quizá esté guardado en su almacén, donde mantiene a buen recaudo cosas más especiales. Además, «lo que no tengo –cuando se le solicita–, lo busco».

Sobre quienes acuden a su establecimiento, señala que mantiene un público fijo al que se añaden nuevas incorporaciones. Sigue habiendo personas de más de ochenta años que desean continuar con sus labores, mientras que también hay un público joven que acude a buscar los materiales para llevar a cabo sus proyectos. Capítulo aparte merecen los alumnos de la Escuela Superior de Diseño. A todos ellos, a los de más edad y a los de menos, orienta y responde a sus dudas.

Aquí hay mucha gente que hace este tipo de labores, menciona, y también muchas obras antiguas muy bien conservadas y que se han recuperado. En cualquier caso, apunta, una de sus últimas incorporaciones son las bolas temari, con guata, lana e hilo a base de una técnica japonesa que se trajo hace ya dos años de Sitges.

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