Encierro | San Mateo

Toros hinchables y carretones en 70 metros de carrera

Hace dieciséis años que Logroño se quedó sin encierros y en los tiempos actuales recuperarlos no parece tarea fácil. Correr delante de un toro requiere de grandes dosis de osadía y atrevimiento, cualidades que acompañan a casi todos los niños. Y este lunes de San Mateo no dudaron en ponerse delante de los astados –tranquilos los padres, que hablamos de reses de plástico y de carretones, así que cero peligro– para completar a la carrera una y otra vez los alrededor de 70 metros entre el tramo final de la calle San Matías, desde la sede de la Peña La Rioja que ejerció de anfitrión del espectáculo taurino infantil organizado por la empresa riojana Eventos Torofest, y la calle San Prudencio. El tramo incluía una curva, no tan conocida como la de Mercaderes con Estafeta de los 'sanfermines' y también menos peligrosa.

Sin embargo, como en todo buen encierro no podían faltar los heridos. Y un niño perdió un diente tras un encontronazo de cara con uno de los carretones. Fue el único parte de lesiones en una matinal muy animada que los bravos y pequeños corredores comenzaron con cánticos a San Mateo y también a San Fermín –de hecho, los organizadores mostraron una fotografía para recordar a la hornacina a la que se dirigen los mozos del 7 al 14 de julio–. Les pidieron a los santos que les guiaran en el encierro y les dieran su bendición.

Quizá por ello sólo hubo algún que otro susto en forma de caída por la acumulación de niños y el citado incidente con la pérdida del diente. «¡Cómo se nota que es una actividad que llama la atención de los pequeños! Este año hay mucha más gente que el pasado», aseguraba Eva, una madre que acudió con sus tres retoños. Y el espacio se quedó pequeño cuando los niños tuvieron que echarse a los extremos para hacer un círculo «como si esto fuera una plaza de toros, porque ahora vamos a empezar con el concurso de recortes», explicaban los integrantes de Torofest.

Les enseñaron a los niños tres tipos de quiebros: recorte de riñones, amago y amago de rodillas. Y los chiquillos no dudaron en echarse al ruedo para poner en práctica lo que acababan de ver. Algunos bien pequeñitos, de apenas tres años, que cuando veían que se le acercaba la cabeza de la res se echaban hacia atrás. «Puede salir también la abuela si quiere con la nieta», exclamaba el organizador al ver a ambas en la fila. La pequeña Iria Martínez no se despegaba del cuerpo de su yaya Meli Portilla. «Mi hijo ha sido recortador y ella le ha visto alguna vez», decía Meli. «Mi tío lo hace muy buen», confesaba Iria.

Pero sus quiebros no alcanzaron la calidad que, según el jurado, tuvieron los de Darío Sánchez, Álvaro Martínez, Víctor Jiménez, Daniel Hurtado y Enma Riaño. Fueron los cinco finalistas del concurso y tuvieron que hacer tres recortes cada uno, dos en solitario y el tercero acompañados de un adulto. El que más desparpajo tuvo fue Víctor Jiménez, que acabó llevándose el trofeo que le entregó uno de los integrantes más conocidos de la Peña La Rioja, Julián Bretón conocido como Makoki.

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