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Viernes, 23 de septiembre 2022, 02:00
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De Rafael Azcona, riojano universal y un gigante del cine español, decían que era un mago de la sátira. En Logroño tiene una biblioteca con su nombre, donde muere la calle Ateneo. Allí nos reunimos ayer unos cuantos adultos y muchos más niños para ver una de los dos actuaciones mágicas de San Mateo –relacionadas con la magia, según la primera definición del diccionario–. El Mago Leugim fue el protagonista.
Y delante del público más exigente que existe, ese que no filtra sus comentarios y siempre dice la verdad, este ilusionista logroñés mantuvo el tipo, sacó sonrisas de pequeños y mayores y agradó al centenar de asistentes. Con un truco en el que el perro dibujado en un pañuelo era blanco o negro según lo sacara de la bolsa Carmen o María y cuando lo hicieron al mismo tiempo resultó que el can fue un dálmata. O con otro artificio donde el pañuelo firmado por Sonia acabó dentro de la barra de pan que sujetaba Jairo.
Los ayudantes del mago fueron los primeros sorprendidos, pero también todos los que allí nos dimos citas. «¿Cómo lo hace?» o «eso es imposible» fueron preguntas que lanzaban los chiquillos y para las que no obtenían respuestas. ¿Cómo hacía sus guiones el mago Azcona? Al igual que Leugim, solo él lo sabía. Quizá porque solo él tenía esa capacidad.
A menos de cinco minutos, en la plaza de las Chiribitas, se anunciaba el espectáculo teatral 'La maleta mágica'. Celia siempre va con su equipaje de color granate porque le sirve para tranquilizarle cuando está nerviosa, animarle si se encuentra triste o ponerle contenta en caso de enfado. Además, de esa maleta salen historias como la que contó, bajo un sol de justicia, de la mujer de papel. Hablaba de la necesaria igualdad entre hombres y mujeres y del trabajo que aún queda por delante para conseguirlo en todos los ámbitos: laboral, social, económico...
Los niños, en su mayoría, siguieron con interés la actuación. Otra cosa es que a su edad la entendieran o supieran interpretarla.
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