La fiesta de la silla
Intenté sentarme en una silla ayer para disfrutar de esto que el Ayuntamiento ha llamado fiestas de San Mateo. Pero no lo hice en Logroño. ... Hui. ¿Por qué? Porque también es parte de la manera que tienen los logroñeses y riojanos en general de celebrar las 'fiestas de la Vendimia' rebautizadas como fiestas de San Mateo. O te quedas o te vas a Salou. Hay dos caminos.
Yo siempre he sido de meterme en el meollo logroñés. No nací aquí, pero me pongo el pañuelo como uno más. Me va la marcha folclórica. Pero llevo dos años en barbecho y mascarilla. Todavía no me atrevo. Prefiero esperar y rezar para que no nos tengamos que arrepentir de haber arengado a los ciudadanos a celebrar.
Porque estas fiestas que tanto ha costado organizar este año han sonado a casi empeño de la hostelería y la gente que acude día a día al edificio que construyó Moneo llamado Ayuntamiento. Se cayeron las peñas de la organización, se cae el acto del pisado de la uva que hace el Gobierno de La Rioja, el tiempo acompaña a medias... Todo apuntaba a huir de Logroño.
Por eso me he ido este finde. Para evitar ser pasto de imágenes de informativos, para evitar los botellones, las aglomeraciones y el arrepentirme después de algo que he ayudado a provocar. Volveré entre semana para apoyar a la fiesta, la hostelería y la vendimia. Más tranquilo y seguro.
Aún y todo, quise desde mi exilio voluntario ser un logroñés más. Y ayer me senté con mis amigos navarros en una silla de una terraza junto a un vino riojano con el pañuelo puesto.
Y como parece que es lo que se va a llevar en estas fiestas, yo cumplí con lo que el Ayuntamiento, único promotor de este año, aconseja: sillas para el 'no cohete', sillas para los conciertos, sillas en terrazas... Yo renombraría estas fiestas mateas como la fiesta de la silla. Se acabaron las colas para las degustaciones, ahora haga cola para coger un buen lugar para reposar su maravillosa posadera.
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