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El balcón del Ayuntamiento tras la explosión del cohete y la emoción de los Vendimiadores mayores, Andrea Ruiz y Álvaro Marín. :: sonia tercero
El cohete más emocionante

El cohete más emocionante

Tras el lanzamiento, el himno de Logroño consiguió que los miles de congregados en la plaza cantaran al unísono

MARÍA JOSÉ LUMBRERAS

Sábado, 22 de septiembre 2018, 23:50

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QUÉ difícil van a tener otros actos igualar al lanzamiento del cohete. Si este momento inaugural de las fiestas se va consolidando como uno de los preferidos de muchos, muchos logroñeses, entre ellos, los más jóvenes, el de ayer seguro que ha servido para afianzar este gusto. Porque ayer se vivieron momentos muy emocionantes en la plaza del Ayuntamiento, sobre todo los que deparó la interpretación del himno oficioso de la ciudad. Al son de 'La Rioja es mi tierra, Logroño es mi pueblo...', toda la plaza coreaba coordinada la letra. Una y otra vez. Y estaba llena, llena, incluso con menos líquidos que otras veces porque los controles de acceso cumplieron a rajatabla su papel. Aún así no dejaron de verse botellas volando y alguna bota que se colaría de rondón.

Apenas se oyó lo que dijo la presentadora del acto, Yolanda Pérez, y tampoco la alcaldesa, Cuca Gamarra, ambas muy breves porque lo que urgía era encender la mecha. La intérprete de signos, en uno de los balcones, se las vio y se las deseó con tanto follón. «La Rioja huele a vendimia, Logroño está de fiesta», debió apuntar la primera edil, según recordaba después la misma Gamarra. Luego, que si los mejores deseos, que si los vivas... Lo que de verdad esperaban las miles de personas que se agrupaban en la plaza era lo que venía a continuación. El 'boom' del cohete, que llegó puntual, a las doce del mediodía.

Los momentos siguientes, que estuvieron acompañados de una suelta de globos blancos y vino, fueron de comunión entre los que estaban en la plaza. Y a ella parecían querer sumarse quienes se encontraban en los balcones de la Casa Consistorial. En la misma barandilla desde la que habían tirado el cohete, los Vendimiadores, Álvaro Marín y Andrea Ruiz, terminaron de cantar, se hicieron fotos con todo aquel que se lo reclamó e incluso se tomaron un vino. El calor que azotaba la fachada no fue impedimento para que no se despegaran del sitio hasta pasados al menos veinte minutos. Se les veía a gusto. También ellos hablaron después de emoción y de experiencia única la que les había deparado la ocasión que acababan de vivir.

Dentro del Ayuntamiento, autoridades varias y de colores diversos compartieron un vino, respondieron a los entrevistadores de las teles, se hicieron fotos, saludaron a ex alcaldes y ex concejales, se felicitaron las fiestas, se invitaron a los respectivos chamizos... Ya habrá tiempo de confrontar. Seguro que más pronto que tarde, pero justo ese ratito, no.

Los pasillos del edificio que ideó Rafael Moneo estuvieron hasta la bandera. Si había mucha gente fuera, también se dio cita mucha dentro. En la primera planta, la de Alcaldía, pero también en la segunda, en la que tienen sus dependencias los grupos municipales. De las ventanas de Cambia Logroño se había colgado, hacia la plaza, una pancarta alusiva al 14-N. Abajo había otra de 'Bienvenidos Refugiados', un clásico ya en el acto del cohete.

En las dos plantas de la Casa Consistorial se habían colocado pantallas grandes para seguir, con la señal de las televisiones locales, lo que estaba aconteciendo en la calle y en los sets que se acondicionaron junto a la sala de prensa y desde los que se iban sucediendo entrevistas a los invitados. ¿Cientos? Sí. Unos cuantos cientos, tantos que ya quisieran para sí los convocantes habituales de las manifestaciones regionales.

¿Y en la calle? Los cálculos que maneja el Consistorio, en este caso, no son en absoluto tacaños. En 60.000 personas cifró la asistencia al multitudinario disparo del cohete. Ningún incidente, añadió también la Administración local.

Y los que habían entrado en la plaza, más los que se sumaron después, permanecieron allí un buen rato a cuenta del espectáculo musical que corrió a cargo del DJ Diego Aguas, al que le tocaba pinchar durante más de una hora y media, una actuación más larga de lo habitual en este marco, pero que mantuvo el interés de los asistentes.

Sin huevos ni harina

Los que salieron del recinto pudieron comprobar, no sin asombro a cuenta de los antecedentes, que este año la adquisición de harina no estuvo entre las prioridades de quienes participaban en el acto. Si otras veces Muro del Carmen ha acabado con el asfalto medio albardado a cuenta del huevo y la harina, ayer, aunque quedaron restos del macrobotellón matutino, el suelo solo tenía confeti. Milagro.

Junto a los fiesteros se dieron cita otras doscientas personas que tenían como misión que todo saliera bien. En estos dos centenares incluimos policías, efectivos de Protección Civil, miembros de Cruz Roja, voluntarios y auxiliares de la organización del evento. Y no faltaron agentes de la Policía Nacional, del Servicio Riojano de Salud y del Sos Rioja.

Tres lipotimias

Los responsables de la asistencia sanitaria se ocuparon, durante las primeras horas, de un corte en una pierna, tres lipotimias por el calor debido a la acumulación de público y una intoxicación etílica, además de siete asistencias leves.

El servicio de limpieza, por su parte, dispuso de más de un centenar de personas para actuar tanto en la plaza del Ayuntamiento como en la Glorieta y aledaños. Sus trabajadores iniciaron la labor en cuanto finalizaron los actos, de forma que estos espacios recuperaran cuanto antes el aspecto pulcro perdido. Además, en los alrededores de estos entornos se colocaron 150 contenedores granates para todo tipo de residuos y cerca de 40 depósitos amarillos para la recogida de envases ligeros, sin contar los cerca de 40 contenedores verdes tradicionales.

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