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ÁFRICA AZCONA
Sábado, 9 de junio 2018, 11:05
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logroño. Ayer Logroño viajó al pasado, aunque más concretamente lo hizo la iglesia de Santiago, lugar clave de la resistencia logroñesa. Fue entre sus muros donde la población, angustiada, se reunió para decidir entre todos la resistencia de la ciudad. Como en 1521, la hoy parroquia volvió a acoger a valientes vecinos bajo la tutela de don Pedro Vélez de Guevara. Las tropas francesas ya estaban a las puertas de Logroño..., Pamplona había caído vencida y también Los Arcos. Los primeros soldados y también religiosos navarros llegaban a la ciudad para refugiarse... «¡Somos la última esperanza. Si Logroño cae, el resto de Castilla no estará a salvo!», gritaba ayer en Santiago el corregidor local alentando al pueblo y sabedor de la importancia estratégica de Logroño como ciudad fronteriza.
La pesadilla que vivieron los logroñeses fue recreada ante un público que presenció la escena en sepulcral silencio. Mayores, niños, mujeres, ataviados con los atuendos de la época,... ocuparon el pasillo central donde, como en aquel entonces, tuvo lugar una junta municipal para dirigir las operaciones. «¿Abrimos las puertas o resistimos la invasión?». «No, no... hay que resistir. Huir sería retrasar nuestro final, vamos a resistir», se oía gritar en la nave central. «No abramos las puertas, no mientras haya un habitante con vida para combatir!», insistían. «¡Las mujeres y los niños que se vayan a Nájera!», se oía desde otro grupo. Pero, sobre todo, se apeló a la unidad: «Un pueblo unido puede vencer todas las dificultades». Y de esta manera, Logroño ante un templo lleno, volvió a homenajear el valor de un pueblo que, por primera vez, presentaba una resistencia seria a Asparrot.
La representación, organizada por la Guardia de Santiago y la Cofradía Virgen de la Esperanza, incluyó nuevos episodios. La teatralización ha tenido un cambio de guion y nuevos personajes, gracias a la colaboración de Escenario Vacío y al historiador José A. Rives. Tal y como se relató en la dramatización de ayer, Francisco de Beaumont de Navarra, tuvo un papel importante en la gesta y, como se vio ayer, fue quien vino a confirmar los peores presagios de la avanzadilla navarra. También se incorporaron dos espías que, según los documentos históricos, fueron enviados desde las tropas logroñesas al asentamiento francés: Juan se desplazó a Pamplona y 'El Carpintero' a Los Arcos. Los autores de la dramatización quisieron terminar la representación con un grito de unidad realzando la figura de la Virgen de la Esperanza a la que se invocaron: «Siempre hay esperanza para el que lucha por su libertad».
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