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LA RIOJA
Logroño
Martes, 4 de diciembre 2018, 09:50
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Había un cierto temor. Un poco de zozobra. Algo de inquietud. El Ayuntamiento había avisado del inicio de las obras de reasfaltado de un tramo de Avenida de Madrid y claro, con la enorme cantidad de tráfico que soporta el entorno, los vecinos ya estaban avisados y todas las precauciones tomadas.
Además se expresaba que las obras se iban a dilatar de ocho a tres de la tarde, con lo que la trampa podía cobrar dimensiones épicas si las cosas no se hacían con la suficiente previsión. Menos mal que no ha llovido porque Logroño se convierte en una ciudad imposible cuando caen cuatro gotas. Cuatro.
Pero no. Las cosas se han hecho con cabeza. A las ocho no. Un poco más tarde. El personal ya estaba trabajando y los estudiantes ya llevaban un rato frente a las pizarras. Las máquinas estaban preparadas en el entorno del cruce. Todo listo y el asfalto calentándose. Más o menos a las 09.15 horas empezaban a moverse. Primero la sonora máquina que muerde el asfalto para decapar la corteza exterior, igualar el peligroso bache del entorno para terminar con el embaucador y aromático planchado de la brea caliente.
Está bien que se arreglen tramos puntuales debido al mal estado de conservación, pero no es menos cierto que hay demasiadas calles necesitadas de una mano de brea y que están pidiendo a gritos una nueva capita de galipó.
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