«Queremos poder trabajar como todos»

Abrir al público como los demás, en igualdad de condiciones, independientemente de su zona de influencia. Bares y cafeterías de calles de la zona centro-oeste de Logroño piden revisar la norma de las distancias que, en la práctica, impide instalar elementos de terrazas en las aceras donde no queden al menos 3,5 metros libres entre mesas, sillas y cualquier otro elemento y las fachadas de los propios establecimientos.

«Queremos poder trabajar como todos», sentencia un grupo que da voz a hosteleros de las calles Vitoria, Chile, Lardero o Gonzalo de Berceo, que ayer se reunían para solicitar una legislación «clara y justa» para el conjunto de un sector que, dependiendo de las circunstancias de cada cual, ve amenazados cada vez más negocios dadas las restricciones a las que obliga la pandemia.

Que los bares de Laurel y San Juan, en el entorno de vinos y pinchos por antonomasia de la capital de La Rioja, no hayan podido sacar a la calle barricas y mesas altas en su reapertura, con la consiguiente polémica, ha llevado también a hosteleros de otras zonas a alzar la voz y a exigir una solución que dé respuesta a un problema «que es compartido por muchos», más allá de calles, barrios o distritos.

Rubén Villarreal, de Las Palmeras, Diego Jiménez, del Dolce Vita, Pablo Redondo, del Íker, Ismael Touré, del Caney, Ignacio Ojeda, de Casa Luco, y Yaiza Tania López, del Némesis, consideran que ahora, cuando cualquier local hostelero depende casi exclusivamente de poder disponer de terraza, a ellos y a otros muchos se les sigue negando. Sin posibilidades, ni siquiera, de sacar mesita alta o estrecha alguna pegada a la pared... como en pleno Casco Antiguo. Un problema compartida que entienden que debería tener una solución conjunta.

El Ayuntamiento y la Policía Local recordaban este fin de semana a los hosteleros la vigencia de una limitación que ya fue fijada durante la desescalada de mayo... 4,5 metros, inicialmente, negociados y rebajados a 3,5 si las condiciones lo permitían. Y así se ha estado funcionando hasta el reciente cierre hostelero por el plazo de un mes.

La realidad era que ya entonces la regulación de la instalación de veladores durante las fases de alivio del confinamiento por el coronavirus reducía en la práctica las posibilidades de la hostelería de sacar mesas y sillas a la calle teniendo en cuenta que no pocos bares y cafeterías se ubican en aceras que no permiten cumplir tales distancias.

Y por ello, siguiendo en todo momento la normativa sanitaria y contando con Hostelería Riojana de la FER, se acordaba una 'instrucción' con algunas particularidades para la capital en las que se abría la posibilidad de que en algunas zonas se pudiesen instalar terrazas en plazas de aparcamiento o, incluso, en carriles de circulación.

La Administración local, en todo momento, precisó que tendría que estudiar «caso a caso» previa solicitud. Y en los casos de los establecimientos de Gonzalo de Berceo, según explican desde Las Palmeras, a ellos ni se les dio ni se les da el visto bueno pese a haber intervenido en la calle a base de pinturas y bolardos para dar mayor anchura a las aceras y zonas peatonales.

«Yo antes tenía algo... pero ahora me han dejado sin nada», comenta el propietario en referencia a dos mesas altas. En cualquier caso, no quieren particularizar, y quieren dejar claro que no van contra nadie, sino que aspiran a compartir derechos y obligaciones a fin de «continuar ganándonos la vida como hemos hecho siempre» a la espera de unas ayudas económicas que, «mucho anunciarlas, pero no acaban de llegar».

Desde Hostelería Riojana de la FER, su presidente, Francisco Martínez-Bergés, volvía a reiterar ayer que la 'instrucción' de mayo buscaba «ayudar al mayor número de establecimientos posible», pero que hay casos complicados y de difícil solución aunque las reuniones no paran para intentar seguir buscando alternativas para todos.

«Me quito el sombrero con 'Paco' y su equipo porque sabemos que están haciendo todo lo posible en defensa de nuestros derechos», concluía el grupo que espera ser tenido en cuenta en momentos tan complicados.