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Procesionarias en el parque del Ebro

Procesionarias en el parque del Ebro

Una lectora avisa de la presencia de la oruga, que sirve para recordar los problemas que puede causar en personas y animales

la rioja

Sábado, 3 de marzo 2018, 19:43

Nos avisa una lectora a través de las redes sociales de la presencia de la oruga de la procesionaria del pino en el parque del Ebro. Es un animal aparentemente nada peligroso pero que puede resultar mortal para los perros y producir molestias a las personas. Nos pide, además, que avisemos de que ya comienza a aparecer y pide que "se comience a tratar los pinos por el bien de los animales".

Así que, mejor prevenir que curar. Aquí os recordamos lo que publicó el periodista de Diario LA RIOJA Roberto González Lastra sobre el tema, en el que explicaba de forma didáctica y clara qué es, cómo actúa, síntomas que provoca, precauciones que hay que tomar y tratamiento que hay que seguir en el caso de verse afectado o de que lo sea una mascota.

Lo que debes saber

SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO

-En los humanos

Sintomatología: Reacciones cutáneas –picor, enrojecimiento, habones...–. A veces se puede producir conjuntivitis y afecciones en las vías respiratorias.

Tratamiento: Lavar con agua y, bajo prescripción médica, antihistamínicos y corticoides.

-En las mascotas

Síntomas: Nerviosismo, actos de deglución rápidos, hipersalivación, inflamación de la lengua y de las zonas periféricas, cianosis (lengua azul)...

Cómo actuar: Lavar la zona sin frotar con agua caliente (o vinagre y agua y jabón) y acudir de inmediato a un veterinario.

El pasado año, la suavidad del invierno y las inusuales altas temperaturasadelantaron la salida de los nidos de la oruga de la procesionaria del pino, que iniciaba así ya su peregrinar desde los árboles al suelo para enterrarse hasta eclosionar como mariposa. Un ritual hipnótico, pero plagado de riesgos para la salud humana y, sobre todo, canina. De ahí que los expertos aconsejen extremar las precauciones con los niños y las mascotas, cuya curiosidad innata les convierte en objetivos habituales del temible contacto con este lepidóptero.

El peligro no reside en la oruga como tal, sino en los miles de filamentos anaranjados -unos 500.000- que recubren su cuerpo, dardos venenosos y extremadamente urticantes, cuyo contacto (directo o por su presencia en el aire) provocan en los humanos afecciones cutáneas -picor, hinchazón, habones...- no graves, pero sí muy molestas.

No es el caso de los perros, cuyo encuentro con esta especie puede ser mortal.

Consejos

El presidente del Colegio Oficial de Veterinarios, Julián Somalo, destacaba entonces que «el consejo primordial» para evitar problemas era «evitar salir con los perros, también añadiría que con niños, en las zonas donde veamos que hay nidos u orugas». El experto alertaba de que, «en el caso de producirse la emergencia, lo ideal es lavar la zona, sin frotar, con abundante agua caliente, porque ésta desactiva la toxina. A continuación, hay que acudir al veterinario más cercano porque al cabo de una hora comienzan a presentarse cuadros anafilácticos que pueden ser mortales».

Síntomas

Para ello daba una serie de pistas sintomatológicas: «El animal presenta nerviosismo, actos de deglución rápidos, se toca la boca con las patas, hipersaliva... y en pocos minutos desarrolla glositis y estomatitis, es decir, inflamación de la lengua y de las zonas periféricas, incluido el cuello. Es un cuadro que se desarrolla muy rápidamente y al cabo de una hora empieza a sufrir las consecuencias de un dificultoso retorno venoso y se produce la cianosis (lengua azul)».

En las personas

Los riesgos suelen ser menores para las personas, según aseveraba Teófilo Lobera, jefe de Alergología del San Pedro. «Habitualmente las reacciones son locales, de tipo urticarial, con picor, habones, pápulas, enrojecimiento... es un cuadro, además, que suele ser muy persistente; y en el caso de los niños más exagerado. Además, las partículas sueltas de los pelillos pueden impregnar muchas zonas de la piel expuestas como rostro, orejas, cuello, brazos... con lo que la reacción es más generalizada y el proceso reviste más importancia por la intensidad de los síntomas», añadía Lobera, quien aclara que una sobreexposición «puede afectar también a mucosas, ojos e, incluso, si hay inhalación, a las vías respiratorias».

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