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Sabe lo que buscan sus clientes en cuanto los ve asomarse por la puerta, incluso a veces se adelanta a sus peticiones y les espera ya con el papelito alrededor de la barra de pan, por ejemplo, hueca, blandita, de las de bocadillo. Así gana tiempo porque, pese a su rapidez, a veces se le hace fila.
Desiré Gómez lleva un lustro al frente del puesto que Panificadora Rubio cogió en el mercado de El Corregidor hace cerca de 35 años y que ya antes era una panadería, una esquinita justo al lado del acceso de Duquesa de la Victoria que ahora luce flanqueada por Alimentación Nieves, con sus pastas, y con la floristería Azahar enfrente.
¿Dónde? Aunque Rubio tiene algunos despachos más en la capital, el de Desiré Gómez se encuentra en Duquesa de la Victoria 13, en el mercado de El Corregidor.
¿Qué vende? Sobre todo, pan sobado de pueblo, pero también hogaza, integral, de media cocción, chapatas, baguete, pan rallado .. Pero también almendra local, aceite de La Rioja, chocolate...
Primero, fue cliente del escueto local y en un momento dado, con la marcha del anterior responsable, se le presentó la ocasión de hacerse cargo del mismo y la tomó para vender el pan que Panificadora Rubio elabora en su obrador de Beatos Mena y Navarrete. Vaya si lo hace. Pan sobado de pueblo, hogaza, integral, de media cocción, chapatas, baguete, pan sin sal, pulguitas... No le va mal, no se queja, si bien destaca la relación entre precio y calidad que está ofreciendo. Setenta céntimos la barra. Cuenta además con otros productos básicos, desde pan rallado a refrescos, pero también almendra local o aceite de La Rioja.
Desde primera hora de la mañana van llegando sus habituales. «Hoy, una hogaza, que aunque me dura un par de días, está muy buena», señala uno de ellos. Las primeras horas son más de hombres mayores jubilados que vuelven a casa con su pan bajo el brazo. Incluso le pasan la bolsa por debajo del cristalito detrás del que atiende y ella les pone los panes que han elegido. «¿Con picos?», pregunta a un aficionado a este formato. Los llama por su nombre. Antonio no recoge solo sus barras. Se lleva unas cuantas a su pueblo y las reparte allí entre sus familiares y algún vecino. Entre uno y otro, se pasa una señora a coger huevos. Sí, también huevos.
Desde media mañana se añaden más señoras que acuden a hacer una compra más amplia en el mercado. Es lo que tiene formar parte del Corregidor, un mercado en plena forma que ofrece todo tipo de facilidades, cuenta Desiré Gómez, que van desde las taquillas con refrigeración situadas en la entrada gracias a las cuales se pueden recoger pedidos a cualquier hora hasta la posibilidad de realizar encargos a través de WhatsApp. Echa de menos, no obstante, a aquellos clientes de otras localidades que, hasta que se remodeló la calle Duquesa de la Victoria de una manera que impide las paradas ocasionales, se detenían a realizar sus compras. «Les venía de paso. Cargaban y se iban. Lo hemos notado en general», refiere ella.
Mientras comenta, sigue pasando gente por su mostrador y ella les entrega su barra o se la pone en la bolsa que le entregan. Puro comercio a pie de calle.
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