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MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ EL TRAGALUZ
Martes, 14 de agosto 2018, 23:12
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Una cara de Logroño: múltiples aparcamientos por toda la ciudad, diferentes estaciones, anuncios en marquesinas, una flota de decenas de bicicletas y cientos y cientos de euros invertidos.
Ahora, vamos con la otra cara: carriles bici que no llevan a ningún lado, acumulación de coches circulando y estacionando en doble fila, ciclistas poniendo en peligro su integridad por las vías, y casi ningún rastro de bicicletas públicas. Repito: cientos y cientos de euros invertidos. ¿Para qué? Para crear una ciudad más sostenible y agradable. ¿El resultado? Ninguno. Todo sigue igual. El proyecto del Ayuntamiento, por desgracia, sigue chocando de frente contra una pared.
Tal y como lo hacen muchos de los carriles bici que llevan a ningún lado. Hace cinco meses se implantó un nuevo sistema de préstamo público y, sí, está teniendo más éxito que el anterior, eso es innegable, pero sigue sin ser suficiente.
Los logroñeses no quieren pagar cinco euros por día. Existe la opción de retirar un abono anual pero, con sinceridad, solo unos pocos valientes se atreven a coger la bicicleta durante el invierno. Demasiado frío.
La eterna lucha entre los vehículos a motor y las bicicletas. Los unos se quejan de que asaltan las carreteras y los otros, de que no les queda otra. Está bien invertir dinero para acabar con los hábitos contaminantes de la ciudad, seguro que la naturaleza lo agradece, pero no sirve de nada tener una flota de 300 bicicletas si no hay carriles bici por donde circular con ellas.
Insisto: cientos y cientos de euros invertidos. ¿Para qué? De momento, para llevarnos a ningún lado.
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