La investigación, piedra angular en la educación superior

La actividad investigadora requiere tiempo, requiere poso. Así lo transmitió Julio Montero en una de sus últimas entrevistas antes de ceder el testigo a Pablo Moreno Ger, antiguo director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR, y ahora vicerrector de Investigación. Toma el timón de un área con cada vez más peso en el campus y lo hace sin variar el rumbo, salvo para avanzar en un camino sobre el que Montero puso los primeros cimientos.

El nuevo vicerrector parte de aquellas políticas que estaban dando buenos resultados para implementar otras que, según reconoce él mismo, «intensifiquen el número de profesores que hacen investigación en UNIR» y que se ajusten a lo requerido por el Real Decreto 640/2021, dos de las líneas maestras del Plan Estratégico de Investigación UNIR (PEIUNIR) 2020-2024' en el que se trabaja.

Una vez organizada la estructura de investigación, Pablo Moreno asegura que el campus se encuentra en un momento de «madurez» para dar un salto cualitativo y que en esta segunda etapa tenga «capacidad de abarcar proyectos más grandes, de ampliar la inversión en investigación». Su reto es, sobre todo, «aprovechar ese trabajo que ya se había hecho para consolidarlo en una versión más potente», resume. En esta travesía, una de las piezas clave es «la transferencia del conocimiento a la sociedad y, si hemos estado apostando por una investigación que pudiera tener una repercusión social, ahora es cuando podemos materializarlo».

De hecho, acaban de aprobar de forma definitiva la Oficina de Transferencia de Conocimiento (OTRI) de UNIR y, por tanto, algunos de los objetivos centrales para este 2021-2022 serán incidir en la investigación con impacto social y comunicar, transferir y aplicar esos mismos trabajos.

Precisamente, en esta línea de impacto social, UNIR está inmersa en varios proyectos de gran relevancia sobre fenómenos tan preocupantes como el 'ciberbullying' o las 'cajas botín' en los videojuegos que generan comportamientos adictivos y son una forma no regulada de juego. Pero, ademas, se ha puesto el foco en el diagnóstico de enfermedades infecciosas, como COVID-19, el desarrollo industrial sostenible y la aplicación de la inteligencia artificial en la mejora de procesos educativos o médicos.

Un amplio abanico de proyectos que se traduce en que en los últimos tres años ha ido aumentando la producción un 30% con respecto al año anterior. La inversión de UNIR en recursos y tiempo para los investigadores está dando sus frutos: así por ejemplo, detalla Moreno Ger, el año pasado casi 70 profesores consiguieron sexenios, y se espera que en éste se cursen 180 solicitudes. «Una cifra muy potente para una universidad privada», subraya.

UNIR, además, hace un gran esfuerzo por fomentar la cultura investigadora, primero para su profesorado, pero «con el tiempo hemos ido viendo que teníamos el potencial de ayudar a más gente, de tener convocatorias más abiertas», señala Moreno. Y aunque eventos como los seminarios permanentes «los ideemos pensando en primer lugar en nuestros investigadores, los hacemos abiertos porque son temas de interés para todos».

Y ¿cómo impulsa UNIR la investigación en La Rioja? De partida, una universidad 'on line' podría tener barreras adicionales al no estar todos los investigadores en un mismo edificio, pero «hemos conseguido convertir eso en una virtud». Gracias a que pueden conectar a investigadores de diferentes puntos, «los riojanos tienen la posibilidad de estar en grupos locales y del resto del país».